EDITORIAL

Planes orientados a un mejor porvenir

A pesar del entorno complicado de la pandemia, las deficiencias de gestión de vacunas, las carencias hospitalarias y el aumento de los índices de positividad en pruebas de detección, Guatemala sigue adelante: compañías, emprendedores, trabajadores por cuenta propia y también organizaciones se las ingenian para proseguir la búsqueda de metas, con trabajo a distancia o presencial con medidas de prevención. La competitividad mundial no se ha detenido y, por el contrario, se abren áreas de oportunidad, continuidad e innovación que precisan de constante atención.

El programa GuateÍntegra, promovido por la Cámara de Industria de Guatemala desde el 2017 para fomentar una cultura de valores empresariales coherentes para la competitividad y transparencia, fue reconocida dentro de la Feria de Iniciativas Anticorrupción, promovida por la Secretaría de Cumbres de las Américas de la Organización de Estados Americanos. Participaron 34 organizaciones en una feria virtual, y a través de votos a nivel continental, el citado programa guatemalteco obtuvo el tercer lugar. En cuatro años de existencia se han sumado empresas que a través de sus prácticas internas fomentan la integridad como una actitud cotidiana de cara al desarrollo del país.

En otro ámbito, el proyecto Xelajú Naranja, impulsado por la Red Nacional de Grupos Gestores, mantiene programas de asesoría y apoyo a las pequeñas empresas dedicadas a la producción creativa y ecosistemas digitales. En cuatro años han capacitado a unas siete mil personas, para lo cual han contado con expertos y voluntarios convencidos de que el trabajo colaborativo rinde frutos. Las empresas atendidas aumentaron sus ventas, surgieron nuevos emprendimientos y, con ellos, más empleos. Cabe hacer notar que el 45% de participantes son mujeres.

La generación de energía eléctrica con biomasa es otro campo de crecimiento e inversión en el cual se han invertido US$650 millones en los últimos años. El aprovechamiento sostenible de residuos de la producción azucarera ha ganado terreno dentro de la matriz energética del país, pero esto ha sido posible gracias a la investigación científica, la adquisición de equipos y la decisiva apuesta por soluciones más amigables con el ambiente.

Y ya que se menciona el esfuerzo continuado para la consecución de metas, puede traerse a colación la unión aduanera con Honduras, un acuerdo binacional que recién cumplió un lustro, pero en el cual se han potenciado las oportunidades de negocios, sobre todo en el campo textil, químico, de alimentos y materias primas. Facilitar la libre circulación de mercancías no fue fácil y hubo notorias dificultades durante la transición, pero finalmente se consiguió establecer una cultura que combina la transparencia con la eficiencia.

Los anteriores ejemplos corresponden a noticias recientes, pero existen muchos más en el quehacer comercial y agrícola. Aun en las dificultades, existen rutas de esperanza y canales de oportunidad; por ejemplo, los US$1 mil millones disponibles a través de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos, para financiar proyectos de inversión estratégica que a su vez tengan impacto social, generen fuentes de trabajo, mejora en las comunidades y con ello una contención a la migración. Una modificación reciente hecha a este programa redujo el mínimo requerido de las propuestas a US$10 millones, con lo cual se abren espacios para más postulaciones a recibir este apoyo. Parques industriales, servicios de salud, infraestructura vial y planes agroindustriales forman parte de este programa que desde ya genera grandes expectativas.

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