EDITORIAL

Visión bicentenaria de futuro es urgente

Una vez alcanzada la coyuntura del bicentenario de la Independencia, con sus controversias históricas, políticas y simbólicas, es necesario trazar una visión de futuro. Al fin y al cabo, el pasado no se puede cambiar, pero sí se puede emprender un proceso de renovación nacional, estratégica, institucional y humana, que ponga el foco en los puntos comunes y no en los desacuerdos. Esto debe involucrar a la ciudadanía, pero también a los sectores políticos que en menos de dos años se lanzarán a la campaña electoral con propuestas para suceder al actual período gubernamental.

Tras sucesivos y crecientes fiascos encabezados por mandatarios que prometieron una cosa e hicieron otra, es necesaria la construcción de una ruta inteligente de desarrollo, que no solo debe ser integral, sino equitativa, con pertinencia cultural y viabilidad económica. Está por comenzar la discusión del presupuesto de gasto para el año 2022, de claro carácter preelectoral, un factor que puede distorsionar el verdadero sentido de una herramienta presupuestaria que va más allá de un listado de rubros y cifras.

En ese sentido, la ruta inteligente de desarrollo pasa por el combate frontal a la pandemia mediante la continuidad del plan de vacunación para primera y segunda dosis, pero también para posibles refuerzos necesarios a través de una tercera aplicación. Además, la mejora en el equipamiento y dotación de insumos hospitalarios es fundamental para la batalla sanitaria, que no solo abarca al coronavirus, sino a diversas necesidades médicas que van desde padecimientos crónicos, enfermedades respiratorias distintas al covid, atención de accidentados y, a la larga, una cultura de salud preventiva.

Existe otra emergencia, largamente invisibilizada, atacada a medias y que cobra vidas cada año: la desnutrición infantil crónica y aguda, un lastre que imposibilita el desarrollo pleno de la mitad de los niños del país, quienes se ven sentenciados a muerte o a una vida plagada de limitaciones cognitivas. Erradicar el hambre infantil debe ser el primer desafío nacional, pero tal disposición se debe demostrar desde ahora y no solo al momento de mítines o tomas de posesión presidencial, en donde aparece como tema recurrente.

La apuesta por la educación universal se debe retomar en todos los niveles escolares, en una cruzada que abarque no solo al sector público, sino a los planteles privados, con el apoyo de todas aquellas iniciativas emprendidas por empresas, fundaciones, iglesias y colectivos sociales que desarrollan esfuerzos de enseñanza. De esta formación de capacidades, aptitudes y conocimientos depende la competitividad del país en todos los sectores económicos y, por lo tanto, se trata de una prioridad ineludible en la cual hay muchos espacios de innovación.

La recuperación y expansión de la infraestructura vial es otro campo imprescindible para la mejora nacional de cara a los próximos 200 años. Una red nacional de carreteras de calidad, desarrolladas bajo diversas modalidades sostenibles, representa la posibilidad de mejora en el comercio interno y exterior. Lo mismo cabe decir de la transformación del sistema portuario y aduanal, para que deje de estar ensombrecido por la discrecionalidad y los manejos opacos, lo cual coincide con el último punto, pero no menos importante de esta propuesta: el replanteamiento del servicio civil con base en meritocracia y cuentadancia, a fin de lograr una mayor eficiencia en el funcionamiento de todos los estamentos del Estado.

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