CATALEJO
Efecto en gentilicios y la música popular
LOS EFECTOS DE LA NUEVA presidencia de Estados Unidos han alcanzado temas poco comunes o inesperados. A las preocupaciones por las consecuencias de las iniciales decisiones de Donald Trump en los campos económico, político y social, tanto en ese país como en la comunidad internacional, han surgido algunas reacciones a causa del uso de la palabra América, como sinónimo de la Unión Estadounidense, en vez de definir a un país determinado dentro del continente de ese nombre, cuyo territorio incluye los dos polos del planeta Tierra. Esto podría parecer de poca importancia, pero no es así. Incluso tiene un precedente con la doctrina de otro presidente de dicho país, James Monroe, quien dijo: “América para los americanos”.
EN OTRAS PALABRAS, una frase usada con propósitos abiertamente políticos “Hagamos a América grande de nuevo”, cuyo alcance incluye el rechazo a un determinado grupo humano de personas integrantes de ese continente, debe provocar la reacción hoy comentada. En efecto, en vista del error o de la mala, talvez pésima, costumbre de identificar a un continente con un país, se justifica y explica. Durante muchos años, identificar como americanos a los estadounidenses se había dejado pasar por el resto de los nacidos en este continente. Pero ahora, a causa de los criterios expresados y las acciones tomadas, ya no es posible quedarse pasivo, y se debe dar a los estadounidenses una lección, muy elemental, del significado de algunos términos.
GENTILICIOS SON AQUELLAS palabras, adjetivos o sustantivos, “que denotan relación con un lugar geográfico”, y “perteneciente o relativo a las gentes o naciones” según el Diccionario de la Lengua Española. En nuestro caso, es el continente, no el país. Se ha señalado como origen de esa confusión, o generalización imperfecta, a cuando las tropas estadounidenses llegaron a Europa a combatir en la Primera Guerra Mundial hace cien años, y los europeos comenzaron a llamarlos “americanos”. Se trata de un error similar a cuando se identifica como “cristianos” a quienes no son católicos, porque estos también lo son, o identificar como “europeos” a los ingleses, franceses, alemanes, etcétera. Quien lo hiciera sería inmediatamente criticado.
EL MIÉRCOLES ME LLEGÓ, vía electrónica, un anuncio de la cerveza mexicana Corona, en el cual la frase de “hacer grande a América de nuevo” es tomada en su sentido real y por ello recorre todo el continente. Pocas horas después hicieron su aparición música de mariachis y de estilo caribeño, en las cuales se expresa la ventaja de ser americano. Demuestran la enorme variedad del continente en sus paisajes, su música, sus bailes, su comida y su gente. Por medio de Youtube pude contactar dos videos hablados en inglés e ilustrados con dibujos explicativos de la diferencia de significados. América, el continente, habla español como idioma materno, en su mayor territorio; portugués, en segundo lugar, inglés en un lejano cuarto.
EL EVIDENTE RECHAZO de Donald Trump al idioma español debe tener desconocidos orígenes personales. Su decisión de eliminarlo en el sitio de la Casa Blanca provocó el calificativo de una “regresión” por el director de la Real Academia Española de la Lengua, así como extrañeza y malestar en muchos de los integrantes de las academias americanas. Me imagino también algunas manifestaciones en línea similar de altos funcionarios de España. Ayer, en una consulta fui informado de tratarse de una medida temporal, mientras se actualiza ese sitio. La ironía de la historia es clara: una reacción presidencial estadounidense en realidad lamentable, ha causado reacciones relacionadas con la cultura del español y del gentilicio peor utilizado en el mundo.