EDITORIAL

El futuro de algunos Derechos Humanos

La exigencia o el anhelo de respetar los Derechos Humanos es uno de los mayores avances del mundo occidental en las últimas décadas. Esta, en un inicio, era aplicada con criterios ideológicos, con la finalidad de que se convirtiera en uno de los pilares de la sociedad actual, aunque su aplicación obedece a circunstancias diversas en la mayoría de naciones. Los países donde como política de Estado no se respetan esos principios fundamentales, difícilmente pueden ser colocados entre aquellos donde la población pueda expresarse libremente

En ese sentido, el inicio de la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, simbolizada con el apretón de manos entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, debe ser considerado como el resultado de una negociación, lo cual significa que para constituir un gana-gana, ambas partes necesitan haber cedido en algo de las posiciones que causaron la ruptura. Esto, sin perjuicio de que, con paciencia, como dijo Castro, se hagan nuevas reuniones para que la relación quede firme.

Cuba ha tenido, tiene y tendrá una revolución comunista, lo que significa, entre otros aspectos, la persecución y encarcelamiento de los disidentes políticos y de quienes utilicen la libertad de emisión del pensamiento, concepto que no encaja en ese tipo de gobierno ni en el de otros de similar corte autoritario, como son Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, donde esos derechos no se respetan. Algo similar sucede con quienes desean expresar opiniones adversas o al menos distintas a las de quienes se encuentran instalados en el poder político.

Desde la perspectiva de quienes han sufrido las consecuencias de esta falta de libertades, el acuerdo con Cuba implica haber cedido sin recibir nada a cambio. Esta interpretación se debe a que no se ha sabido nada al respecto, y a que este detalle implicará que los actuales gobiernos totalitarios latinoamericanos vean que esa nueva página en la historia del continente americano incluye el irrespeto a estos derechos humanos fundamentales. Por lo tanto, podrá repetirse cuantas veces quieran los gobiernos, sin temor a recibir ninguna presión diplomática o de cualquier otro tipo.

El afianzamiento de la aplicación de los Derechos Humanos ha sido un avance notorio desde hace unos 35 años. Ciertamente, la relación entre los gobiernos debe ser respetuosa de los temas internos, pero la comunidad internacional tiene al mismo tiempo justificación al vigilar, de manera igualmente respetuosa, lo que ocurra en cualquier país. Esta tarea se ve facilitada por el notorio avance de la tecnología de la comunicación, que en su vertiginosa velocidad tiene un factor que sin duda causa preocupación a quienes actúan en forma oscura.

La exigencia del respeto a los Derechos Humanos es lo justo, porque las fronteras están desapareciendo y porque la mencionada tecnología hace que, en forma instantánea, en el mundo entero se conozca cualquier acción contra estos, lo que solo puede ser calificado de un retroceso en la Historia.

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