CATALEJO

El sombrío y fatal futuro del Congreso

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Así como la presidencia es sola y fría, sin lugar para errores, el Congreso de la República tiene problemas muy serios, heredados de décadas de actitudes sin responsabilidad, y llegados al punto de ser irresolubles si no se realizan transformaciones de raíz. De todos, el más difícil es el rechazo generalizado de la población interesada en el presente y el futuro del país, porque la parte de los ciudadanos desinteresados de las acciones de los diputados o ignorantes de la importancia teórica de ocupar una de las curules del hemiciclo. Es una pena, pero resultado muy merecido de la integración y la forma de llegar a ser representante del pueblo, categoría en realidad inexistente en la práctica dentro de un porcentaje casi total de los 158 diputados.

El acontecimiento inesperado de la muerte del alcalde capitalino Álvaro Arzú significó un súbito cambio en la composición de fuerzas dentro del Congreso, donde sin duda alguna muy pronto habrá cambios, de los cuales el primero afectará de manera directa al presidente Morales, porque los tránsfugas convertidos en diputados oficialistas al principio del gobierno, saltarán de nuevo a otros partidos, dejando al FCN con su tamaño real. No se puede descartar tampoco el abandono de la naufragante embarcación de algunos de los surgidos en la arena política por su participación con el partido oficial. Así como patriotistas y lideristas brincaron apresuradamente, ahora harán lo mismo, como lo indica la lógica politiquera más elemental.

Los diputados independientes tienen la oportunidad de mantenerse como tales, pero deben quedar equidistantes y no ser percibidos como una especie de integrantes ocultos de alguna de las fuerzas. El desbarajuste provocado por la debilidad política del presidente les permitirá escoger también el camino de la renuncia o de la integración abierta a otra bancada, sin por ello ser mal vistos por alguna parte de la población. El caso de los minipartidos es especial porque tienen de alguna manera la oportunidad de convencer a los trásfugas hoy oficiales a pasarse a sus filas, pero aquellos grupos autoidentificados como poseedores de una base ideológica, deben saber el resultado negativo en la población en general obtenido de semejante maniobra politiquera.

En el caso de la directiva, la situación no es buena para sus integrantes. El presidente Arzú hijo está solo, sin el apoyo paternal y con su aliado más claro a un paso del antejuicio y de posibles visitas a un juez. Los demás no tienen motivo alguno para guardar fidelidad a alguien cuya fuerza política es de una sola persona, o sea él. Por ello y para poder cumplir con la emocionada promesa del domingo, deberá dar un paso atrás, salir del Congreso antes de ser expulsado por politiqueros mañosos, organizar una agrupación y comenzar su tarea. Pero si decide retirarse, está a tiempo y sería loable. En este momento ya tiene en contra a los diputados oficialistas tránsfugas dispuestos a irse a otro partido. Nadie tiene derecho a pedirle ser mártir. Si se queda, de seguro lo será.

El Congreso seguirá su carrera loca para ganar más rechazo, como lo prueban los intentos de dejar impune a la corrupción de dirigentes y de integrantes. Eso termina de hundir al Parlamento, en teoría el más importante de los poderes del Estado. Como decía un expresidente, sus integrantes no entienden que no entienden, pero además que nunca podrán entender. Los partidos seguirán siendo grupúsculos politiqueros y ahora el aumento de su número sólo causa pavor. Los necesarios cambios no serán hechos y por ello no será posibles resultados nuevos haciendo lo mismo y con las mismas reglas. Se debe pensar en esto para exigir esas nuevas normas, y el Tribunal Supremo Electoral, hasta ahora demasiado callado, debe cumplir desde ya su tarea.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.