En la agenda de Washington

Sin embargo, un alto porcentaje de la población apenas reacciona ante semejantes escándalos, y de hecho resulta paradójico que muchos de los acusados ahora están entre los más ofendidos por las primeras pesquisas. Han llegado al extremo de la desvergüenza, y varios de ellos emprenden campañas virulentas contra la Cicig y el jefe de esa misión, el colombiano Iván Velásquez, quien, junto con la Embajada de Estados Unidos, ha sido señalado de interferencia en los asuntos internos.

Es una situación hilarante, que además sorprende porque ni siquiera se observan asomos de autocrítica, y lejos de reconocer la indignación de miles de guatemaltecos que salen a protestar a las calles, se les regatea ese esfuerzo. Un claro síntoma que no hace más que indicar dónde se encuentra el problema, pues hasta ahora la política solo ha servido para el enriquecimiento ilícito y el abuso de poder de quienes se convierten en flamantes funcionarios.

En contraste, fuera de nuestras fronteras existe mucha mayor claridad sobre la problemática que afrontan países como el nuestro, que no solo pasan por una situación difícil en consolidar un sistema y apuntalar las bases de un desarrollo sostenible, sino que a ello se suman jornadas verdaderamente trágicas, cargadas de violencia extrema como la que se vivió ayer en varios puntos de la ciudad, otro drama que hasta ahora ningún gobierno ha podido resolver, por más que se gastan millonarios recursos en ese combate y muchos otros millones que se despilfarran en una propaganda inútil.

Ayer, en España, el consejero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Thomas Shannon, destacó que Centroamérica es “una de las cinco prioridades” de la política exterior de Estados Unidos, junto a Irán, Rusia, China y el llamado Estado Islámico (EI). Un triste cuadro de honor en el que también está incluida Guatemala y que dimensiona la gravedad de lo que aquí ocurre desde hace años, al ser comparados con países con una problemática mayúscula, como puede ser el caso de Rusia o China, o de graves repercusiones, como el  EI.

Ser una de las cinco materias de preocupación en la agenda de Washington tiene que ser motivo de una profunda reflexión, y eso debería trascender las esferas de poder político y económico para superar la indiferencia de quienes ostentan cargos de relevancia y que de hecho han ascendido a tan altas posiciones con el argumento de querer hacer algo por este país, lo cual ha resultado ser un fiasco que rápidamente se ratifica con la monumental crisis que atravesamos.

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