VENTANA
En la era del conocimiento
Hace 10 años las encuestas presentaron la excelente noticia que educar a nuestros hijos era una de nuestras prioridades. Paradójicamente, en esos 10 años, esa cultura por la educación que se forjaba en nuestro imaginario chapín, empezó justamente a deteriorarse. Llora sangre que los gobiernos no aprovecharon esa enorme ilusión de las familias chapinas para impulsar cambios en nuestro sistema educativo, para actualizarlo e instituirlo como la base que nos sacaría de la pobreza, como ha ocurrido en Singapur, Corea del Sur, Taiwán. Los asiáticos tienen obsesión por la educación.
Fue también hace 10 años cuando las maras comenzaron a expandirse en los barrios como un cáncer. Empezaron a atraer a los jóvenes con prebendas económicas. Sin la guía de los padres que se ausentan por trabajo y alumnos en escuelas represoras y memoristas, las maras han estado ganando la partida. Un botón de muestra lo vive hoy una familia en Santa Catarina Pinula. El padre trabaja como albañil. La madre lava ropa en varias casas. Viven precariamente. El año pasado Carlos, el hijo mayor, dejó de estudiar el segundo año de secundaria para integrarse a una pandilla. Me contaron hace poco que, los dos hijos menores, Cristina de 12 años y Juanito, 11, ya no llegaron a la escuela a recoger sus calificaciones, de sexto y quinto año primaria, porque decidieron unirse a la pandilla donde milita su hermano mayor. Los vecinos han visto a Cristina maquillada y tatuada a su corta edad. Los padres no han podido hacer nada para evitarlo. Simplemente sus hijos ya no les hacen caso. ¿Qué nos pasa? Nos toca velar por la niñez y la juventud. Debemos evitar que caigan en las maras, si queremos forjar un futuro para Guatemala. Y es que, además del cúmulo de problemas, políticos, económicos y sociales que tenemos, nos toca enfrentar un nuevo desafío, propio de esta era del conocimiento ya presente a nivel global: la innovación.
Andrés Oppenheimer, periodista y escritor, lo conocí recientemente, ha investigado este tema alrededor del mundo. En su libro “¡Crear o Morir!,” comenta que, “la prosperidad de los países depende menos de sus recursos naturales, y cada vez más de sus sistemas educativos, sus científicos y sus innovadores.” Considera que la economía global se basará menos en el trabajo manual y más en el trabajo mental. Ese tipo de educación no existe en Guatemala. Si no hacemos algo urgente quedaremos relegados como una nación de quinta categoría. Entre los países que han reducido sus bolsones de pobreza gracias a la educación está India. ¿Cómo es que este país, el segundo más poblado del mundo después de China, con problemas de pobreza descomunales, empezó a crecer económicamente hace 15 años, y hoy, se encuentra entre los líderes tecnológicos a nivel mundial? El salto cuántico se lo deben a Jawaharlal Nehru, quien fue Primer Ministro de India hace más de medio siglo. Nehru, amante de la educación, decidió que India necesitaba universidades tecnológicas de primer nivel.
A pesar de las innumerables críticas que recibió, se embarcó en reproducir 7 de los mejores institutos tecnológicos del mundo en las 7 ciudades más importantes de India. Uno de ellos es el El Instituto Indio de Tecnología en Nueva Delhi, que se inspiró en MIT, de Boston. Esos institutos han creado miles de ingenieros que son los motores de la economía en India. ¿Cómo salvar a Guatemala en la era del conocimiento? “El primer paso: ¡fomentar la cultura de la educación en la política y en las familias!” cantó el Clarinero.
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