EDITORIAL

Es indispensable seguir la presión

La cercanía de las elecciones, programadas para dentro de solo 14 semanas, es uno de los principales motivos para que las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos sean aprobadas en el Congreso y confirmadas en la Corte de Constitucionalidad, a fin de que rijan el evento eleccionario que integrará al nuevo gobierno del país. Por esa causa es indispensable seguir la presión popular expresada en las manifestaciones sabatinas de las últimas semanas, que no solo deben demandar la renuncia del presidente.

Hace tres días, analistas locales e internacionales señalaron que la ciudadanía no tiene que aceptar ningún tipo de medida dilatoria, y lejos de ello trasladar sus protestas a los organismos estatales que deben conocer los proyectos de cambios a esa ley, además de dejar la puerta abierta para que sean modificadas las otras tres normas urgentes; es decir, aquellas relacionadas con el sector justicia, el servicio civil y las compras y contrataciones estatales.

El presidente del Congreso, Luis Rabbé, ha afirmado que recibirán y analizarán las propuestas que reciban, pero no se ha referido con especificidad al factor tiempo. Este es también muy importante para la Corte de Constitucionalidad, que debe actuar con serenidad pero con sentido claro de la urgencia. Es decir, trabajar rápido y bien. Todos los involucrados deben tener en cuenta que no hay que malgastar el tiempo con largas elucubraciones de todo tipo, sino emplearlo con la certeza de que en la tardanza está el peligro.

Por aparte, nuevas voces muy importantes se alzan para unirse a las críticas y las demandas ciudadanas. La Conferencia Episcopal se unió a la exigencia de que cuanto antes sean realizados los cambios por el Congreso, a donde deben dirigirse las peticiones y la presión populares, y le hizo un durísimo pero merecido calificativo, al señalar que hay “ineptitud y malicia” para componer la Ley Electoral y de Partidos Políticos. De estos últimos, expresó que se caracterizan por la personalidad de quien los organiza, además de que carecen de plataforma ideológica sólida y coherente con la realidad del país.

Esta voz es particularmente importante porque proviene de un sector social que tiene en la ética uno de sus bastiones principales, y que en otras ocasiones ha criticado la falta de criterios y valores en la sociedad, en general. Por esa causa emplea términos como “desfachatez”. De manera explícita, la Conferencia señala que la ley relacionada con las elecciones y los partidos tiene prioridad.

Cada vez aumenta la comprensible y justificada presión social para que cambie de manera fundamental la forma de hacer gobierno en Guatemala, basada en aceptar la corrupción como algo intrínseco y, sobre todo, impune. En ese sentido, la sociedad debe mantenerse en posición firme para poner sobre aviso a todos los participantes en política, los partidos, alcaldías, parlamentarios, etcétera. La participación de los jóvenes —lejos de ser criticable y motivo de mofa, especialmente por dirigentes cuestionables— es admirable y despierta las esperanzas de los adultos. Sin presión, el proceso está en peligro. No verlo es ridículo e irresponsable.

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