Estado rentista
El rentismo acentúa la corrupción, la impunidad y la desigualdad socioeconómica creando proteccionismo a la riqueza extractiva —energía y minería—, asignando partidas presupuestarias específicas —deuda flotante favorable para el sector de la construcción—, creando subsidios/aranceles gamonales con auditorías laxas —maquila y sector transporte—, legislaciones mono y oligopolistas —telecomunicaciones y servicios financieros—, acciones que debilitan el carácter regulador del Estado en los procesos productivos, pisotean la mística republicana de la Carta Magna, erigen élites dominantes con poder absoluto y aumentan la brecha para la construcción de un Estado-nación libre, igualitario y fraterno.
El rentismo consolida los bastiones de la injusticia social, afecta los intereses de la comunidad política. Es decir, pulveriza al Estado y mata las necesidades imaginativas de la Nación.
En este sentido, debe reconocerse que en la modernidad se forjó una relación sincrética entre el Estado y la Nación, una coexistencia que garantizó que las revoluciones atlánticas —francesa e independencia de los EE. UU.—, implantaran los cimientos del estado de Derecho, de la vigencia de las democracias representativas y del origen de los sistemas burocráticos.
O’Donnell, cuando habla de la Nación, recuerda que ella es “un arco de solidaridades, una construcción política e ideacional que postula la existencia de un ‘nosotros’, que entraña un reclamo de lealtad por encima y más allá de otras identidades e intereses y que, si ya no lo tiene, frecuentemente busca asentarse o definirse en un territorio delimitado por el Estado” (O’Donell; 2002:16).
Por otro lado, es importante reflexionar sobre las siguientes premisas: ¿Cuáles son los puntos torales que deben reformarse y/o derogarse de la Ley de Compras y Contrataciones del Estado? ¿Cómo otorgarle dignidad, probidad y compromiso colectivo a la clase política frente al empresariado corruptor lícito e ilícito? ¿Cómo desmontar el privatismo de las políticas públicas para no legitimar institucionalmente el saqueo, despojo y desposesión de los recursos naturales no renovables?
No obstante, las redes rentistas confinan a nuestro país al subdesarrollo, con cárteles empresariales intocables, con sindicatos comprados, con partidos políticos colapsados, con un Estado ingobernable, con una ciudadanía impotente y con microempresarios resignados.
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