CATALEJO
Fracasa traslado del centro político
EN LOS PAÍSES CON HISTORIAL democrático, el centro político puede encontrarse en el parlamento, y por ello se llaman parlamentarios y son encabezados por un primer ministro. La otra posibilidad es en un centro político donde el presidente, es decir el organismo ejecutivo, tiene un lugar preponderante aunque de ninguna manera omnímodo y por ello necesita cabildear con el parlamento sobre muchos temas. De la primera posibilidad es ejemplo Inglaterra, y de la segunda, Estados Unidos. En el resto del mundo occidental existen monarquías en algunos casos, pero tienen funciones sobre todo ceremoniales. Y en América Latina existen las algunas veces llamadas “pseudo-monarquías”, porque al presidente se le considera un rey.
ESA FIGURA HA PASADO del “tata presidente”, a la de “mago-presidente”, debido a la herencia de la mentalidad monárquica heredada de la colonia y de las culturas prehispánicas. En este esquema, la personalidad presidencial es básica, y se les espera firme, con mando, aunque luego se le critique cuando lo hace, sobre todo si ocurre lo obvio: abusos de cualquier clase. En ese sentido, no ha cambiado nada. Si bien Ramiro de León tenía imagen de “buena gente”, y Óscar Berger, de apocado, y Álvaro Colom, de perdido, Jimmy Morales confirmó en pocas semanas ser un personaje de poca utilidad y menor capacidad para el puesto, incapaz incluso de obtener apoyos en su partido, mezcla de tránsfugas y representantes del oprobioso pasado.
EL EJECUTIVO, ENTONCES, perdió importancia y es ahora decorativo, errático, poco y mal informado por su gente cercana. El centro real de poder se trasladó al Congreso, pero esto resultó aun peor a causa de la integración parlamentaria, con una mayoría de gente con experiencia en chanchullos de toda clase, algunos francamente vergonzosos, como el del pseudo partido oficial, al obligar a un diputado a dejar su curul a fin de proteger a uno de los principales cabecillas de esa banda, a punto de ser llevado a los tribunales. Por su parte, los diputados de la horda uneísta se aseguraron de mantener sus prebendas y posiciones, mientras los expatriotistas y exlideristas se apresuraban a cobijarse en la primera chamarra política disponible.
LOS “DIPUTOJOS”, O SEA los patojos llegados a las curules a causa de las peculiaridades del sistema electoral, casi todos pronto aprendieron las mañas de los “dipucacos”. Desafortunadamente para quienes ven en la paridad de sexo un factor necesario en la política, las nuevas diputadas no desaprovecharon las brillantes y numerosas oportunidades de contribuir al desprestigio del Congreso. Ciertamente, el centro político del país se encuentra en el parlamento, pero su integración es penosa, en realidad. Y para mayor causa de preocupaciones, el Tribunal Supremo Electoral debe decidir si agrega cinco “partidos políticos más”, a todo el cartón de lotería de feria representado en las papeletas de votación. O sea: lo mismo, pero distinto y peor.
ENTONCES, ES VÁLIDO inferir un nuevo fracaso político nacional: el de tener a Guatemala a la merced de caprichos o de haber sido presentados argumentos numismáticamente convincentes, o sea corrupción, pues. Es un Congreso errático porque, como el Ejecutivo, no tiene plan de ruta o es uno de los secretos mejor guardados. En estas circunstancias tiene lógica la decisión presidencial de esconderse, de no hablar. Y es la mejor, porque así no hay más bochornos, pero el interés nacional se centra ahora, con horror, en el gran y pintoresco bazar de la 9ª avenida. NOTA. Ante preguntas de personas durante el fin de semana, informo por este medio que no hay acciones de Prensa Libre en venta. Cualquier versión distinta no corresponde la realidad.