A CONTRALUZ
Independencia criolla
EN ESTOS DÍAS EL TRÁNSITO vehicular se congestiona aún más por las columnas de jóvenes, muchos de ellos indígenas, que portan antorchas de la libertad, un ejercicio cívico que probablemente no realizarían si supieran el trasfondo de lo que ocurrió el 15 de septiembre de 1821 y que el sistema educativo del país ha contribuido a ocultarlo. El acta de independencia en realidad fue el documento que certificó el traspaso del monopolio político y económico de la Corona española a la oligarquía local. Ese papel determinaba que no había ruptura en la estructura de haciendas sobre la que se asentó la Colonia y en las cuales los indios no tenían los mismos derechos que esa clase social triunfante que había cortado el cordón umbilical con la península ibérica.
LA NUEVA PATRIA no lo era para todos. Era una patria para los criollos que ahora no tendrían que compartir la riqueza creada por el trabajo de los indígenas. Esa emergente elite carecía de una propuesta política alternativa a la colonia y en principio instituyó la ciudadanía y la propiedad privada de la tierra, como forma de relación entre los habitantes y las instituciones del nuevo Estado. Pero ese principio no aplicaba a todos por igual. En el doble discurso republicano, el principio de ciudadanía universal, que supuestamente había eliminado las diferencias entre todos los habitantes del territorio nacional, fue cediendo ante los requerimientos de alentar la producción agraria para mejorar los ingresos económicos que se encontraban alicaídos.
DENTRO DEL ESPÍRITU LIBERAL se entendía que la nueva nación se desarrollaría a partir de la agricultura explotada en los latifundios. Pero si esas tierras no llegaban a producir la riqueza deseada no era por mala administración, las sequías o la falta de abono, sino que, según los criollos, se debía a que quienes estaban obligados a cultivarla, ?los indios,? preferían vivir en el vicio y la vagancia en lugar de trabajar. De esta manera comenzó la construcción social del concepto de que el indio que no poseía tierras era un vago porque no producía riqueza. De acuerdo con Rojas Lima (1992), fue una construcción argumentativa basada en viejos prejuicios coloniales por los que los indios se asumían como “perezosos, indolentes, apáticos”, y para no tener ese calificativo debían tener “medios reconocidos y honrados de subsistencia”, como se definía a la propiedad privada. Y cómo iban a tener tierra si se las habían despojado. Entonces, si no tenían propiedad privada no podían recibir el trato de ciudadanos y se comenzaron a promulgar leyes para obligarlos a trabajar bajo el argumento de que eran “ociosos” o simplemente vagos.
COJTÍ CUXIL (2005) INDICA que en 1829 la Asamblea Legislativa decretó la Ley contra la Vagancia, dedicada a los jornaleros y artesanos indígenas que estaban en la miseria y que no tenían “medios de vida conocidos”, para obligarlos a trabajar en las fincas de la Costa Sur. Por ley, los propietarios de haciendas y labores podían pedir a los alcaldes que les consiguieran indios para tareas determinadas. Con este argumento legal, los indios eran prácticamente cazados los días domingo al salir de misa o en el parque y para que no huyeran eran trasladados atados a las haciendas donde se requería su mano de obra. Este fue el verdadero rostro de esa gesta independentista que ahora se celebra con bombos y platillos pero que representó la expoliación de nuestros abuelos indígenas.
@hshetemul