CATALEJO
Inicia período del águila coja herida
EN LA JERGA POLÍTICA DE Estados Unidos se habla de “lame duck” (pato cojo) en referencia al presidente saliente del país durante el período entre la derrota de su partido en las elecciones, el segundo martes de noviembre, y la ceremonia de la entrega del mando ocurre la tercera semana, 18 enero, siguiente. Esto ha ocurrido tres veces. Desde la muerte de Franklin Roosevelt en 1945, ha habido 18 elecciones y 12 presidentes, de los cuales sólo James Carter, en 1976; Gerald Ford, en 1972, y George Bush padre, en 1988, salieron derrotados de la presidencia. Lyndon Johnson no se presentó. Al ser reelectos, no fueron “patos cojos” Barack Obama, George Bush hijo, Bill Clinton, Ronald Reagan, Richard Nixon y Dwight Eisenhower.
LAS CIRCUNSTANCIAS tan especiales de esta elección convierten al país, no al presidente, en una “águila coja”, porque en las diez semanas faltantes la incertidumbre actual será un factor muy importante. Puede aumentar, afianzarse o disminuir conforme se vaya aceptando tanto dentro como fuera de Estados Unidos el resultado de esos comicios. Por el momento es importante observar las reacciones internas de los votantes y de los partidos, así como de la capacidad de sobreponerse a la derrota, en un caso, y sobre todo a la victoria. Ni la derrota ni el triunfo fueron apabullantes, pues la diferencia fue de alrededor de 200 mil votos, en números redondos, con el agravante de haber sido más los sufragios obtenidos por la candidata vencida.
SIGUIENDO EL SÍMIL, SI UN PATO o un águila reciben una herida en el ala mientras van volando, no pueden seguir y deben buscar algún lago o una roca para detenerse, y si están de pie, no pueden iniciar el vuelo. Para lograr esto último se necesita curar las heridas, y el tiempo necesario para lograrlo tiene relación directa con su profundidad. El cálculo de este lapso depende de analizar hasta dónde los ataques del candidato triunfador lo convirtieron en enemigo político, no nada más un adversario político de quienes ahora, pese a la derrota adicional en el Senado y el Congreso, siguen teniendo importancia en el espectro político estadounidense. A los adversarios se les vence. A los enemigos, se les destruye. Es diferencia fundamental.
EL ÁGUILA HERIDA ES VISTA desde la distancia por todos los países del mundo, cuya opinión resulta ser fundamental para calificar si ya puede volar de nuevo. La reacción dependerá según sea su nuevo rumbo, porque ello será un factor para la disminución de la incertidumbre y el inicio de las acciones necesarias para encarar esa nueva realidad. En este momento, es fundamental observar cómo las acciones tomadas o anunciadas ya en calidad de presidente electo van en la línea de lo expresado en la campaña, como por ejemplo si será nombrado un investigador contra la excandidata demócrata, o —dicho con cierta sorna— si habrá anuncio de oferta para albañiles especializados en la construcción de muros en terrenos desérticos.
ESTAS HERIDAS DEL ÁGUILA estadounidense se pueden encontrar en sectores distintos a lo político. El análisis debe incluir al papel de los medios informativos y de algunos de sus representantes más conocidos, así como de los instrumentos de medición electoral, imposibles de ser acertados si la población consultada no responde con sinceridad y actúa distinto, o si el criterio propio pesa demasiado en los análisis. Han regresado preguntas ya consideradas obsoletas sobre el racismo, el papel de los sexos, la igualdad llevada a extremos. Por ello no creo exagerado considerar al resultado de estas elecciones como las más claras de una tendencia manifestada en otros países, sobre todo de los llamados democracias occidentales.