EDITORIAL

Justo homenaje al juez Gálvez

En nuestro ámbito son muy contadas las oportunidades en que merecen ser aplaudidas las acciones de los funcionarios del Estado y en que los medios informativos tienen la obligación moral de respaldar cuando estos sufren amenazas. Este es el caso del juez Miguel Ángel Gálvez, en este momento abanderado de la valentía y la entereza. Debido a ello, este periódico le presenta por esta vía su apoyo y agradecimiento por la forma como ha actuado en los difíciles casos que le ha tocado conocer desde hace algunos meses.

El juez Miguel Ángel Gálvez merece ese apoyo solidario porque con su manera de actuar se ha convertido en una fuente de esperanza para quienes consideran que el sistema jurídico del país puede funcionar cuando participan personas con entereza, integridad y coraje para cumplir con todas las responsabilidades implícitas en los cargos.

Todas las instituciones son sólidas, desde el punto de vista teórico, pero la gran diferencia es dictada por las personas que las integran. Desde hace mucho tiempo, la miríada de decisiones cuestionables y descorazonadoras tomadas por integrantes del sistema jurídico guatemalteco en muchas instancias, han provocado un profundo desaliento nacional, al punto de que para el imaginario de los guatemaltecos el término justicia es una utopía porque en la práctica premia la impunidad.

La corrupción, la incapacidad, la defensa de intereses inconfesables, son los factores causantes de ese desasosiego interno y del convencimiento en el exterior acerca de la inseguridad jurídica. Esto abarca no solo las reglas del juego en el campo impositivo, sino se manifiesta en la imposibilidad de eliminar la impunidad en el campo del ejercicio corrupto y en muchas ocasiones totalmente vergonzoso de los cargos públicos, sin importar su nivel de importancia y de influencia.

El juez Gálvez ha actuado con gallardía en los importantísimos casos que han llegado a sus manos. Ello, que en países con normalidad jurídica no llama la atención, en Guatemala es motivo de una agradable sorpresa y debe provocar una inmediata reacción de apoyo sin reserva alguna. Se trata de alguien que tiene clara la crucial importancia de la tarea de impartir justicia y de permitir el funcionamiento de los procedimientos.

Es importante el apoyo público al licenciado Gálvez, porque estas muestras de valentía cívica provocan a veces en quien las toma una sensación de soledad, sobre todo en sociedades como la nuestra, donde el desinterés es la norma, así como el temor a las consecuencias de apoyar causas justas es uno de los lamentables resultados de los muchos años de represión indiscriminada contra la expresión de las ideas.

Las acciones del juez Gálvez ejemplifican la lucha contra los poderes paralelos incrustados en la administración pública, con el contubernio de estructuras delictivas en las que participan distintos sectores. Es una guerra justa, de prolongación imposible de predecir, debido a las acciones de quienes han intervenido en la deformación total del sistema de justicia. Pero la victoria lejana no debe ser motivo para rendirse ni para dejar de reconocer a quienes enarbolan las banderas y avanzan.

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