CATALEJO

La crisis del DPI

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A CAUSA DE LO OCURRIDO en relación a las diferencias entre el Registro Nacional de las Personas, Renap, y la empresa Easy Marketing en referencia al contrato de impresión del Documento Personal de Identificación, DPI, se ha iniciado una verdadera crisis, urgida de una acción inmediata, aunque no sea definitiva. Me refiero a cómo hacer para solucionarle quien por cualquier causa no tenga ese documento todos aquellos problemas derivados de esto. Alguien sin DPI se vuelve inexistente, al no poder realizar prácticamente nada relacionado con su vida ciudadana: cambiar cheques, contraer matrimonio. O morirse, porque el DPI es necesario para los trámites…

NO TENER DPI puede ser resultado de haberlo perdido o de haber sido robado. Un ratero, al apropiarse de una cartera, puede provocar a su víctima un daño cuya solución tomará meses. En este momento la solución debe tomar en cuenta el criterio de la preeminencia de lo urgente sobre lo importante. Por ejemplo: es importante y fundamental llenar todos los requisitos de seguridad para evitar o al menos dificultar al máximo la falsificación. También lo es tener la maquinaria indispensable y en número suficiente. Pero es urgente pagarle a la empresa y tomar decisiones relacionadas.

UNA IDEA POCO CONVENCIONAL es sugerirle a los ciudadanos no portar el original del DPI sino una copia legalizada, o incluso simple, y usarla como documento pasajero mientras se soluciona la crisis. Algo igualmente ingenioso es necesario para aquellos casos de primer DPI. Todas las decisiones deben estar basadas en reducir al mínimo el tiempo de entrega. Por aparte, es preocupante la posibilidad de darle al Renap la responsabilidad de la impresión, porque en su calidad de entidad estatal está sujeta a ser manejada por personas sin conocimiento, llegadas por compadrazgo. Si ha funcionado una empresa privada, no veo por qué no continuar ese sistema.

Motagua y millones

Cien millones es mucho dinero para un ente etéreo

LA IDEA DE CREAR UN ENTE estatal cuyo objetivo sea rescatar del desastre ecológico sufrido por el Motagua, debe encender algunas alarmas. Son varias las razones: una, la tradicional y siempre comprobada inefectividad de las organizaciones estatales, por los motivos ya conocidos de ser por lo general centros de pillaje de recursos. Dos, porque se está manejando la suma de cien millones de quetzales para su manejo, suma cuyo monto puede despertar malsanos entusiasmos. Tres, porque lo ocurrido en el río más importante del país es el resultado de numerosos factores, y en su solución parte de convencer a la población de actuar de manera distinta.

EN TOTAL, SON UNAS 90 comunidades de 14 departamentos las involucradas en el tema, porque el Motagua pasa por sus jurisdicciones. Está incluido el departamento de Guatemala, fuente de un considerable porcentaje de los deshechos causantes del deterioro del río y de convertirlo en transporte de basura hasta el mar, con efectos negativos en todo el recorrido dentro de Guatemala e incluso en Honduras. Con algo debe empezarse, y —por ejemplo— la acción inicial podría ser la captura de recipientes plásticos. Obviamente no es lo único, pero tiene la ventaja de ser fácilmente cierto, pero no de entusiasmar a la población para otras acciones.

COMBATIR TODO DESASTRE ecológico requiere de planificación, pero no necesariamente de prolongados estudios de dudosa efectividad, en los cuales sean dilapidados recursos. Lo más importante es la acción individual y por ello el convencimiento debe ser el resultado de conceptos claros, sin complicaciones, fáciles de divulgar. Pero no sólo en referencia al Motagua, sino a la totalidad de los ecosistemas del país. Lo ocurrido en ese río solamente es un ejemplo de un futuro ya convertido en presente, y de las consecuencias del descuido durante muchas décadas de autoridades, ciudadanos de cualquier nivel socioeconómico, empresarios, maestros… En fin, todos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.