CATALEJO
La oportunidad de Maldonado
EL TIEMPO ES UNO DE LOS ELEMENTOS comunes para analizar las posibilidades de un gobierno. Se considera muy corto, por ejemplo, los cuatro años de duración de la presidencia de Guatemala. México tiene sexenios desde los años treintas del siglo pasado, en un criterio válido cuando el partido oficial era una maquinaria aceitada. Estados Unidos tiene, en la práctica, ocho años de presidencia, porque permitir una reelección presidencial, la elección con un candidato a la vez presidente, se convierte de hecho en un referéndum. Pero el caso de Guatemala en estos últimos diez días demostró cómo pocas semanas y luego pocas horas pueden ser suficientes para cambios fundamentales no solo en la dirigencia sino en la percepción ciudadana.
ALEJANDO MALDONADO es un viejo lobo de mar de la política, y aunque ahora ya no tiene la fogosa oratoria de los inicios de su carrera, tiene a su favor la evidente profundidad y elegancia certera de sus criterios, ahora presentados con voz serena, adornada con citas aplicables, con anécdotas personales y a veces frases ingeniosas. Resulta ser ahora un político a la usanza de sus colegas europeos, y por ello rompe el esquema de los gritos y de las frases vacías. Evidentemente le gusta su nuevo papel, por el cual luchó en varias elecciones, y ahora ha dado la impresión de su deseo de pasar a la historia como un erudito en el mando, con el elemento adicional de haber sido llamado a tratar de rescatar la institución de la Presidencia de la República, infortunadamente venida a menos desde el período iniciado en 1986.
LA OPORTUNIDAD DEL NUEVO presidente es de resembrar las marchitas semillas de la meta del servicio público. En su caso ocurrirá un hecho del cual carecerá el gobernante electo en la segunda vuelta: la etapa de la luna de miel política, porque no es necesaria. Será sujeto de observación pública, pero con una actitud popular al menos con menor escrutinio del preparado por la ciudadanía a partir de ahora a los gobernantes y otros funcionarios públicos. Por eso le será muy importante rodearse de gente con evidentes capacidades a quienes, como a él, se le ha llamado a servir al país por breve tiempo. O si su deseo es continuar una carrera política, hacerlo con el fin de servir al país, no de convertirse en millonarios de la noche a la mañana. Es una oportunidad histórica, inesperada y muy valiosa para regresar al concepto griego del ejercicio de la política, considerada como una parte de la filosofía.
EN UN BREVÍSIMO RESUMEN: la política es una doctrina del derecho y de la moral, así como la teoría de un Estado y el arte o la ciencia de gobernar. En este momento, la estrella polar del presidente es acentuar la relación necesaria entre lo correcto y lo legal, en ese orden, dentro de la teoría de un Estado cuyo fin sea obtener el beneficio colectivo, con un balance en la importancia de la individualidad, pero no su supremacía. Todo ello aplicado en situaciones concretas, entendibles, con base de pensamiento filosófico abstracto, pero entendible al ser aplicado en la vida diaria. Su tiempo es muy corto, pero si se dedica a sembrar esos valores mencionados, puede poder ser recordado como una especie de Arévalo de la primera quincena de este siglo, en referencia a gobernar con una base humanística, aunque con pragmatismo.
NOTA A MIS LECTORES. Por razones técnicas relacionadas con la impresión de periódicos, fue necesario entregar el texto de esta columna cuando las elecciones de ayer aún no habían cerrado. Eso me dejaba sin posibilidad de escribir acerca del tema, pero me permitió comentar otro tema de primera importancia: la presidencia de Alejandro Maldonado y sus posibilidades de dejar huella en la historia nacional, a pesar del poco tiempo de su período como mandatario.