SI ME PERMITE

La superficialidad está destruyendo la esencia

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“Los hombres superficiales creen en la suerte y las circunstancias. Los fuertes creen en las causas y en los efectos”. Ralph Waldo Emerson

La sociedad en la que vivimos hoy todos nosotros hace las cosas primeramente por lo que en el momento cree que es lo más importante y pocas veces se toma el tiempo para ir al fondo de las cosas para que sean provechosas en el futuro, a veces movidos por la urgencia o porque el interés es una inmediata gratificación. Pero las consecuencias de ello no se pueden evadir.

Cuando se emprende un viaje sin planificar todas las cosas hasta el momento del regreso, posiblemente queden en algún lugar y así no pueda regresar. Lo mismo si estudio y trabajo en algo porque alguien me lo recomendó pero no tomé el debido tiempo en evaluar si es para mí eso y si en verdad puede ser parte de mí para el resto de la vida.

Qué admirable ver aquellos que por décadas están en el mismo trabajo y en él han hecho carrera progresando y alcanzando un puesto de respeto, y no solo tienen los años que han vivido allí sino la experiencia que les acompaña. Seguramente en el momento de iniciar pensaron todas las implicaciones que eso tenía y por lo mismo han llegado a donde están.

La vida, el trabajo y el matrimonio son compromisos que no se pueden tomar en forma superficial. Hay que evaluar cada compromiso que eso implica, porque después, cuando no salimos adelante, no es simplemente que no se pudo. Además, afecta nuestra personalidad y lo que nosotros somos. No es lo mismo estudiar cinco carreras un año cada una que en cinco años terminar mi carrera para seguir adelante. Al igual que no es lo mismo que en 10 años he estado en ocho diferentes trabajos que el estar por 10 años en el mismo trabajo.

El elemento formativo, como también el elemento correctivo, debe ser constantemente activado en nuestras vidas para que las cosas en las que nos involucramos sea con toda nuestra personalidad, porque en el proceso estamos siendo observados y los que nos están observando muy fácilmente nos describen como personas formales y responsables o por el contrario los que por la superficialidad con la que enfrentamos las obligaciones no son muy dignos de confianza.

Claro está que la vida es una escuela en donde todos participamos, y esta se inicia desde los primeros años. El modo y la filosofía con la que hemos sido instruidos puede ser mejorada, para que las carencias que el pasado nos dejó no nos tengan que acompañar toda la vida, sino por el contrario, ir asimilando normas que nos muestren como personas dignas de confianza. Por el mero hecho de que lo que hacemos y decimos no es a la ligera, sino bien pensado y sopesado, para no dejar una mala imagen, la cual nos acompañará el resto de la vida y por ello nos limitará alcanzar metas que puedan ser gratificantes a largo plazo.

Lo que somos en esta vida en gran parte es responsabilidad nuestra, y no podemos buscar a quién echarle la culpa. Es mejor hacer nuestra parte para salir de donde estamos y alcanzar lo que en verdad queremos para que toda nuestra esencia sea acorde en cada esfera de la vida. Entiéndase con esto que si vivimos tomando las cosas en serio, debemos alinearnos a normas y patrones que sean consecuentes en todo detalle de lo que nos involucramos para que la vida sea mucho más fácil y gratificante.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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