CATALEJO
Las dificultades de todos los cercanos
EL CASO DE JOSÉ RAMÓN LAM, ojalá realmente defenestrado de la cercanía con el presidente electo Jimmy Morales, trae a cuenta el viejo tema de cómo deben actuar los políticos cuando personas del círculo cercano, casi íntimo de quien ejerce o acaba de ganar el derecho de ejercer una presidencia, se involucra en una acción ilegal y/o incorrecta, o se descubre una o varias realizadas en el pasado. Con toda claridad, hay dos caminos: uno, hacerse de la vista gorda, tratar de justificarlo o exigir condiciones muy difíciles de lograr, a veces casi imposibles, para tomar acciones. Se debe señalar a este tipo de actitud como el esperado, casi obligado “ayudar al amigo cuando se puede” tan arraigado en el modo de ser guatemalteco.
LA OTRA RUTA es tomar la única medida posible, aplicar la única condena integrante del código invisible y tácito, cuyo fin es reglamentar este tipo de relaciones; es decir, la separación —a la cual es imposible borrarle su calidad de vergonzosa— de ese círculo cercano. Obviamente hay niveles y por eso hay algunas acciones incorrectas de alguna manera perdonables, aunque no puedan ser justificables. Pero tal posibilidad se minimiza cuando uno de los fundamentos de haber logrado el voto favorable de los ciudadanos es, precisamente, autonombrarse como ajeno a la corrupción y al latrocinio, con la frase “ni corrupto ni ladrón”. Por eso la aplicación de esta segunda posibilidad no solo es imposible de evitar, sino debe hacerse de inmediato.
EL ESCRITOR GUATEMALTECO Carlos Manuel Pellecer —por cierto merecedor de no estar oculto en el olvido, junto con tantos otros— titula una de sus obras “Útiles después de muertos”, y se refiere a un hecho político muy duro, pero explicable: la corrección de una acción equivocada puede utilizarse con el fin de afianzar otra acción, independientemente de ser correcta, bien intencionada o no. Rescatando el espíritu de esa frase, y uniéndola al viejo aforismo maquiavelista (no quiero decir maquiavélico, porque esta palabra tiene un ambiente negativo), es correcto dentro de la ética política sacar partido de un yerro ajeno. Se puede optar por ejecutar la sentencia sin referirse más a ella en el futuro. La decisión de hablar implica el desconocimiento del jefe a los hechos descubiertos y realizados por ese subalterno de alto nivel.
LAM TAMPOCO COMPRENDIÓ el otro lado de la medalla es ese pensamiento. Sus acciones eran ilegales o incorrectas, aunque conocidas para un círculo cercano, incluyendo a su jefe. La renuncia inmediata era entonces la única salida, para liberarlo de las consecuencias de su equivocado razonamiento al “ayudar al amigo”. Con ese pasado a cuestas, no debía haber aceptado. Pero lo hizo y cuando salieron la luz los hechos, todo se dirigió a causarle daño al prestigio del presidente electo Morales, cuya reacción tardía de alguna manera pudo haber iniciado un proceso de resquebrajamiento de tanto de la capacidad suya y de su equipo para evaluar la posible magnitud de las crisis cuando se presentan como suele suceder, de pronto, inesperadas.
ESTAR MUY CERCA DE ALGUIEN con poder es de hecho un arma de dos filos, sobre todo en el campo político. La asesoría equivocada involucra a quien la recibe, no al asesor. Pertenecer a ese círculo cercano puede ser incluso peligroso a causa de las envidias inherentes al cargo. Deben ser riesgos voluntariamente aceptados por los integrantes de la popularmente llamada en Guatemala “rosca del poder”. El presidente electo Morales, sin en realidad desea ejercer el cargo desde escenarios diferentes, debe entender las lecciones de este caso. Una de las tal vez menos evidentes, pero a mi juicio fundamentales, es la necesidad de cumplir con la palabra. Son solo tres palabras y se dicen en dos segundos, pero su dificultad de enorme.