EDITORIAL

Las inversiones son insuficientes

Centroamérica vuelve a transitar por un terreno de enorme vulnerabilidad, principalmente por el debilitamiento de sus instituciones. Todo esto se agrava por problemas mayores, como el narcotráfico, criminalidad y enormes rezagos económicos y sociales, a lo que se suma una galopante corrupción, complicada por la incertidumbre jurídica y una alta impunidad.

Ante esa realidad, por demasiado tiempo Estados Unidos ha tenido una actitud de tolerancia, complacencia, irresponsabilidad y falta de visión para emprender acciones estructurales de carácter regional que contribuyan a reducir la enorme carga de la migración irregular, lo que impacta de manera decisiva en el sistema migratorio y judicial de aquel país, por más que sea la primera potencia del mundo, pese a lo cual también ha incurrido en imperdonables abusos en derechos humanos.

Nuevamente, Washington es el escenario de un nuevo esfuerzo para buscar la ruta más certera hacia el desarrollo, principalmente de las tres naciones que integran el Triángulo Norte de Centroamérica, aunque una vez más afloraron las incongruencias. Las más altas autoridades de estos países exigieron ayer, durante la segunda Conferencia de la Prosperidad y la Seguridad en Centroamérica, una mayor inversión para combatir las pandillas, mejorar la infraestructura y reducir la migración.

El vicepresidente Mike Pence aseguró que su país está más comprometido que nunca en fortalecer los lazos de cooperación con estas tres naciones, a las que pidió mayores esfuerzos, aunque evitó poner sobre la mesa las cifras menguantes que la cooperación estadounidense ha tenido con estas naciones: un recorte de más del 34 por ciento en asistencia.

Pence tampoco quiso recordar que solo en lo que va de la administración de Donald Trump se han duplicado las deportaciones a estos tres países. Además, a Honduras y a El Salvador les notificaron a principios de este año que no se renovaría el TPS a unas 500 mil personas.

Se trata de una errada política de la administración estadounidense, y por más que pueda justificarse en la defensa de sus propios intereses, acrecienta los problemas de estas naciones, en las que también ha habido demasiada incapacidad y corrupción, hasta convertirlos en Estados paralizados.

Estados Unidos difícilmente logrará mejores resultados en esta región si sus represivas políticas no se implementan de manera gradual; es decir, que las deportaciones continúen, pero simultáneamente deben impulsarse proyectos de desarrollo bajo una estricta vigilancia y con cronogramas de cumplimiento, porque también ha faltado seguimiento a las millonarias inversiones que ese país ha hecho en la región.

Pence también intentó ser más duro con los presidentes centroamericanos, al advertirles sobre sus vínculos comerciales con China, y les instó a pensar en los intereses que los unen, lo cual también es incongruente cuando desde Estados Unidos se reciben confusos mensajes sobre las relaciones bilaterales o se endurece la diplomacia cuando estas naciones velan por su propio futuro. Es seguro que Washington deberá mostrar mayor coherencia en sus relaciones con estos gobiernos.

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