EDITORIAL

Las lecciones que surgen del Cambray

La tragedia ocurrida en el Cambray 2, en la que perdieron la vida más de 300 personas, deja varias enseñanzas que debieran quedar en la memoria nacional para que situaciones como esta no se repitan. Una de las primeras es la necesidad de que haya exigencia en la preparación de quienes encabezan y dirigen las labores de rescate, sobre todo en las primeras horas de ocurrido un desastre, como sucedió en este, en que según expertos pudieron evitarse errores y salvar más vidas.

Esta preparación debe ser extensiva a quienes ocupan puestos de relevancia en las tareas de descombramiento y que quizá nunca habían tenido que afrontar una experiencia de tal magnitud, pues tampoco contaron con la guía adecuada para dirigir esas operaciones. Asimismo, las autoridades municipales deben ser más prudentes y responsables a en el momento de autorizar la construcción de proyectos residenciales y exigir que se cumpla con requisitos fundamentales de habitabilidad.

En los días recientes se ha anunciado profusamente la habilitación de un terreno para la ejecución de un proyecto habitacional básico para las familias más afectadas por el trágico alud, las cuales al día de hoy no tienen un lugar donde vivir. La iniciativa gubernamental de aprovechar para ese propósito una finca que recién extinguida parece un buen inicio, pero a primera vista luce como una solución modesta, ante el potencial con el que podrían contar las autoridades.

Cuando se observa desde el aire la ubicación de esa propiedad queda claro que se puede ser mucho más ambicioso en ese emprendimiento, y no utilizarlo solo para cubrir esta emergencia. Sobre todo porque los mismos beneficiarios se han quejado de las potenciales dificultades que podrían afrontar para llegar a sus viviendas, cuando la distancia hacia sus lugares de trabajo pueda virtualmente duplicarse, y porque consiguientemente habrá muchas otras carencias, además de la falta de una línea de transporte.

En cambio, con una visión más optimista se podría aprovechar la disposición de la comunidad internacional para colaborar en una solución más amplia para ayudar a las víctimas del Cambray 2. No resulta difícil plantearse un escenario en el que el Gobierno pueda apostar por un proyecto más ambicioso, que involucre incluso al sector privado y a empresarios interesados en invertir para hacer de ese lugar un pequeño polo de desarrollo, donde podrían instalarse servicios esenciales para cubrir necesidades comerciales, educativas, de recreación y de comunicación.

Cuando se revisa el enorme déficit habitacional del país, no puede más que pensarse en las oportunidades de mejora que surgen de las peores crisis. Claro que estos no son retos fáciles para nadie, pero la coyuntura por la que atraviesa el actual gobierno permite vislumbrar que es un momento propicio para emprender obras que podrían ser trascendentales. Un poco de osadía, como pocos gobiernos la han tenido, puede marcar una afortunada diferencia para miles de guatemaltecos que verían en esta la oportunidad de salir de esas condiciones de vulnerabilidad a las que diario se enfrentan.

ESCRITO POR: