SI ME PERMITE

Los atajos nos cobran la factura

|

“Cuando se premia como bueno algo que no es, que es casual, eso sí es dañino, porque enseña a todos los que observan que un atajo no te lleva a un objetivo”. Marcelo Bielsa

En la sociedad en que actualmente nos desenvolvemos, se acostumbra a destacar más de la cuenta logros y alcances, cuando se debería prestar atención al proceso para obtenerlos, porque este no solo es formativo, sino también asegura que la persona ha logrado algo que puede servir a los demás.

Por esa razón es que muchos están apurados por llegar al final, sin importarles si el camino que escogen es el correcto.

Muchas de las personas que nos rodean tardaron más de lo esperado para llegar a donde están ahora, pero hoy día, por estar donde se encuentran, son personas que se han adaptado con el tiempo y tienen una personalidad que resiste toda clase de presiones porque el tiempo les ha enseñado cómo hacer lo que hacen y también cómo manejar imprevistos y presiones.

Lo anterior también debe entenderse cómo ayuda haber escogido el camino correcto y, por supuesto, también dedicarle el tiempo necesario a lo que se hace, porque con ello se refleja una madurez en la persona que está donde está y por qué está a cargo de responsabilidades que muchas veces son difíciles de manejar.

Lo mismo sucede cuando alguien se atrasa para salir y luego, con velocidad, quiere reponer el tiempo, pero de pronto, a causa de un accidente, nunca llega a donde se proponía. Para evitar que esto suceda, o se inicia con tiempo o un poquito antes, o bien se disculpa si no ha llegado a tiempo, esperando que la situación no se repita, porque, si no, la penalización puede ser mucho más lamentable.

En nuestro medio, las metas alcanzadas se valoran, y cuando se ha puesto el empeño debido, con todas las consideraciones. Un repentino enriquecimiento puede cuestionarse, así como también un logro académico que no ha recorrido el debido proceso para ser alcanzado. Puede que muchas personas no hagan ningún comentario al respecto, pero no por ello aceptan lo que se tiene.

Cuando entendemos y aceptamos que cualquier proceso al que nos sometemos nos irá educando estemos conscientes o no. Por ello, en muchas entrevistas o documentación se nos pregunta la edad, porque ella socialmente indica algo que se debe tener. Como ejemplo, para poder conducir un vehículo y contar con una licencia hay una edad mínima. Al igual para que se nos contrate en algunos trabajos, la edad es algo que se toma en cuenta. Porque la vida en sociedad nos da cierta educación al pasar de una etapa a otra en los años.

A diferencia de cuando hemos logrado una meta, no solo nos dan cierta gratificación, sino que nos ayudan a ver el progreso, una vez que se logra una meta, sea en los deportes o estudios o cualquier esfuerzo en el que nos comprometemos. Es normal que todo humano en el presente tiene alguna meta que está persiguiendo y por ello ajusta sus intereses o relaciones para que favorezcan a alcanzar la meta.

En la vida diaria, aun cuando nos sentamos a comer, no comemos simplemente lo que nos gusta, sino lo que nos hace bien, y dependiendo de nuestras obligaciones o estado de salud nos abstenemos de algunas cosas o nos obligamos a comerlas porque nos habrán de ayudar para alcanzar la meta.

Mucha gente es víctima en sus relaciones o en su economía porque pensaron que lograrían algo y terminaron perdiendo todo, y deben reiniciar el proceso. Deberíamos ser sabios en ver más lejos y así poder llegar más lejos, y no tener que lamentar porque en lugar de avanzar tenemos que regresar a corregir.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

ARCHIVADO EN: