CATALEJO

Los enemigos del buen periodismo

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Siempre me agrada escribir algo respecto al periodismo, celebrado aquí el 30 de noviembre, fecha del nacimiento de la Gazeta de Guatemala, en 1729, y es un gusto hablar en ocasión del día del Periodista. La celeridad del trabajo periodístico dificulta pensar en nuestra tarea periodística, pero es importante. Y sobre todo, analizar quiénes son los enemigos del periodismo independiente, ahora en proceso de incremento en todos los países. Menciono uno, especialmente perverso: el concepto de “fake news”, lo cual es un absurdo: una noticia no puede ser falsa. Si tiene falsedades, ya no lo es. Se ha llegado al ridículo de acuñar un término perverso: el de la “post verdad”, es decir de una falsedad presentada, una verdad escondida tras de otra verdad.

Los enemigos externos han estado siempre e incluyen a políticos, gobiernos, sectores de poder económico, religioso, académico, empresarial, y toda la maraña de gente cuyo criterio obtuso solo les permite aceptar aquellas noticias, informaciones, reportajes, fotos, editoriales o columnas —en cualquier plataforma de difusión— cuando les son favorables a sus intereses, espurios en demasiadas ocasiones. Sin embargo, hay una serie de enemigos no siempre identificados como tales. Son los internos y en resumen consisten en no trabajan profesionalmente, en el modelo de independencia tradicional y causante del daño irreparable del periodismo: la pérdida de la confianza del público. Esto es irrecuperable. Hay ejemplos muy cercanos que nos constan a todos.

No puede haber periodismo profesional si los periodistas no están enterados de las noticias, informaciones, columnas y editoriales del medio en el cual trabajan. Si no les preocupa la falta de una noticia o su publicación equivocada, o con errores de forma y de fondo; si abandonan el espíritu crítico constante acerca del trabajo cotidiano y encima se cubren con autoelogios constantes. Si dejan de tener orgullo de pertenencia a una institución periodística, y peor aun si antes de redactar y publicar en cualquiera de las plataformas informativas se preguntan si con ello molestarán a cualquiera de los grupos sociales de presión, a los cuales se les escucha como si tuvieran algún tipo de válida injerencia en cómo y qué informan los medios.

Nunca como antes, la vertiginosidad de la información obliga a tener en los equipos una mezcla de gente joven y por ello en algo inexperta, con periodistas cuya experiencia les permite ser más sagaces. Esto ocurre muchas veces a causa de haber ayudado a escribir a la carrera la historia del país. Siempre ha sido así, realmente, pero poco tiene comparación con la experiencia de alguien cuya tarea lo ha obligado a ser cuidadoso, a pensar cuál es el otro lado de la medalla. La tecnología permite maravillas impensables hasta hace pocos años, pero es solamente un instrumento para facilitar actividades o reducir el tiempo. No se debe olvidar: más sabe el diablo por viejo, no por diablo.

Los refranes acerca de la tarea periodística son ciertos y muy antiguos. Recuerdo alguno: “el periodista no puede darse el lujo de tener amigos”. Claro, es una referencia al cargo, no al ser humano. Estos “amigos” siempre tratarán de influir. Cada noticia trae bajo el brazo su titular. Los medios mueren cuando propietarios se meten en política partidista. Hacer periodismo es escribir (o filmar, ahora) la historia a la carrera. Ante la avalancha del pseudoperiodismo en las redes sociales y en otras plataformas, la única forma para el público de estar seguro de la veracidad de lo publicado, son los grandes nombres periodísticos en cualquier medio de difusión. Esa es la buena noticia. Esos nombres permanecerán y valdrá la pena ser parte de ellos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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