SI ME PERMITE

Más vale saber colaborar que solo saber ganar

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“No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra”. Gandhi

Lo primero que se piensa cuando se habla de ganar es competir o bien lucrar, es de un beneficio que nos queda por encima del lucro y también de las metas alcanzadas. Y la verdadera ganancia es la que se capitaliza con el conocimiento que adquirimos.

Si ese criterio es el que se busca, la mejor manera como podemos adquirirlo es sabiendo tomar el tiempo y colaborar con los que nos rodean, porque al participar estamos asimilando no solo conocimientos, sino vivencias que llegan a ser parte nuestra para el resto de la vida.

Por esa razón debemos deliberadamente desarrollar relaciones que no simplemente nos permitan convivir y conocernos, sino también que agreguen el ingrediente formativo; para que al paso del tiempo seamos mucho más útiles y además versátiles en diferentes áreas de la vida que nos brindarán gratificaciones incalculables.

Es innegable que la cooperación en esta vida nos educa y relaciona con personas con las que de alguna forma encontramos afinidad por el hecho de que nos interesan las mismas cosas y porque hemos participado de lo mismo.

Con el pasar del tiempo estas relaciones dan un punto de referencia que los demás ven como grupos afines, por el simple hecho de que hay intereses comunes y capacidades compartidas también.

Podemos recordar en los años de nuestra formación educativa a aquellos que siempre eran los primeros en ofrecerse para ayudar y también los más diestros para organizar los grupos.

Esas personas normalmente terminaban siendo los que más sabían y no necesariamente estaban ganando. Tenían que poner de su parte en muchas cosas, las que nadie les pedía, pero su buen ánimo y disponibilidad los hacían indispensables cuando había que hacer un grupo de trabajo.

Cuando entendemos que en la mayoría de los casos la ganancia esperada es el producto final de un proceso, y muy contadas veces algo inmediato que podemos contar, debemos ser constantes hasta el final para que podamos gratificarnos con la ganancia obtenida.

Y además de la simple ganancia se tiene la referencia que se construye a nuestro derredor como personas con las cuales se puede contar y como quienes estamos dispuestas a colaborar y no sencillamente ganar.

En las conversaciones de diferentes grupos cuando se encuentran no es extraño que se cuestione lo que uno gana, y si no está ganando lo suficiente, qué razón tiene para estar allí y por qué no buscar mejores alternativas.

Claro que muchos por ese tipo de pláticas dejan de lado lo que está involucrado y empiezan a buscar panoramas que les provean mayores ganancias.

No es extraño que cuando hayan obtenido la ganancia hayan dejado de avanzar en las oportunidades en las que se habían involucrado para colaborar, por lo que adquirieron destrezas, las cuales les permitieron ganar lo que en la actualidad ganan.

La interrogante es válida en cuestionar: ¿Si no hubieran ganado mucho más, si estuvieran colaborando y adquiriendo mayores destrezas? Cada caso es muy particular y deberá sopesarse.

Nuestra sociedad en nuestros días, gracias a Dios, tiene amplios espacios para los que tienen un corazón dadivoso y por lo mismo tienen la disponibilidad de colaborar, y no hay lugar a duda que la vida les recompensa tanto en el presente como también en la memoria que se conservará con modalidades que a simple vista no son explicables.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.