El mensaje de los electores

El segundo detalle es que por primera vez dos mujeres contendían por la presidencia de una de las naciones del continente que más ha avanzado en la consolidación de su democracia, y consecuentemente en la mejora de muchos indicadores de desarrollo humano, así como otro tipo de calificaciones internacionales que ubican a ese país entre los de más sostenido crecimiento en los últimos años y los de mayor estabilidad, como lo evidenció el más reciente informe de transparencia internacional que lo califica bien.

Es indudable que la recién electa mandataria habrá dejado una buena imagen de su anterior gestión para que haya recibido el apoyo de los votantes, aunque también hay que reconocer que en estas elecciones fue cuando también hubo mayor abstencionismo, ya que alcanzó el 59 por ciento, lo cual también es una muestra de cómo la confianza ciudadana en los políticos se ha reducido, lo que no deja de comprometer más a quienes se alzan con ese tipo de triunfos.

Sin embargo, un detalle que adquiere mayor relevancia es el hecho de que para muchos dirigentes la victoria de Bachelet está cargada de simbolismo. Por un lado es innegable que el electorado sabe premiar a un político cuando percibe rasgos positivos de su gestión, y eso es algo de lo que muy pocos exgobernantes pueden presumir, ya que se cuentan con los dedos de las manos aquellos líderes que de verdad son apreciados por la población aun pasado el tiempo de su gestión y que, en consecuencia, se hacen acreedores de la confianza de un electorado impaciente.

En este proceso también debe revisarse el peso del oficialismo, pues implica que la victoria de la oposición tuvo que tener a su favor desaciertos y hasta cansancio de la ciudadanía, aunque la aspirante Evelyn Matthei se anticipó a declarar que el resultado de los comicios era de su exclusiva responsabilidad política, al no haber podido remontar las preferencias que ya se habían marcado desde la primera ronda electoral, lo que solo reafirma la profunda crisis que según algunos analistas chilenos atraviesa la derecha.

Las lecciones para los políticos se pueden resumir en cuatro puntos. Primero, que el ciudadano reconoce a un buen gobernante; segundo, que las promesas pueden vender una buena imagen, pero su consolidación se logra con un trabajo honesto. Tercero, el oficialismo y la oposición deben privilegiar el debate de altura, lo cual implica respetar la inteligencia del votante, y cuarto: el voto sigue siendo la posesión más preciada de la democracia, pero no se mantiene por inercia ni formalismos, sino que se incentiva a través de un ejercicio responsable del Gobierno.

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