EDITORIAL

Ministra Hernández y su errónea petición

Resulta poco razonable la propuesta de la ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, quien en su intervención del martes pasado ante el gabinete del ramo expresó que negociará con los sindicatos del ministerio a su cargo apoyo a la reforma fiscal y solicitó una ampliación del presupuesto de esa cartera.

La crítica principal a la hasta hace poco activista y ahora funcionaria se refiere a que parece que no desea o no puede enfrentar uno de los problemas principales y de peores efectos que acosan al ministerio encargado de brindar salud a los ciudadanos con menos recursos, es decir a la mayoría del país.

La solución no es adaptarse a los múltiples y evidentes abusos que han cometido los sindicalistas salubristas en contubernio con ministros anteriores, especialmente Jorge Villavicencio y Luis Enrique Monterroso, quienes permitieron que mediante concesiones que rayan en lo leonino esos grupos asaltaran el presupuesto de esa cartera.

Mientras eso ocurría, la corrupción campeó y la ineficiencia derivada de este flagelo tiene al borde del fracaso al sistema hospitalario nacional. Esto, al parecer, no preocupa a la novata funcionaria, quien evidentemente tiene poca conciencia de que su compromiso fundamental es con la ciudadanía, y no con quienes han sido considerados como sus aliados ideológicos.

Toda negociación con los sindicatos de Salud debe tener como meta reducir su peso específico en el presupuesto. No hay nada en el medio que se pueda considerar tan siquiera moderadamente racional. La expoliación permanente de esa cartera y la reprochable influencia de esa dirigencia sindical irresponsable en centros de Salud, dispensarios y hospitales de todas las categorías en la totalidad del país debe ser censurada y perseguida con todo el peso de la ley, porque hay desabastecimiento ante la falta de controles y presupuesto, lo cual incide directamente en los niveles de atención que se puede brindar a los ciudadanos más necesitados.

Es un hecho que tener a los sindicatos alineados facilita el trabajo de cualquier ministro del gobierno actual. Se evita el riesgo de enfrentar una fuerza organizada que ha ordeñado inmisericordemente al erario y lo seguirá haciendo con la complicidad de funcionarios que, antes que nada, parecen estar interesados en cuidarse de hacer lo que deben porque eso afecta su conveniencia o simplemente no tienen la valentía de hacerlo.

Bajo estas condiciones, insinuar cualquier incremento al presupuesto de Salud suena cínico, aunque sea necesario. La ministra quiere dotar de más recursos a su cartera pero es incapaz de corregir las ventajas que la mafia sindical ha escalado en los últimos años. Así, no habrá freno a las exigencias de estos grupos que han tomado la medida de los temores de la ministra y se preparan para dominarla sin miramientos. Mantener una actitud complaciente como la que se vislumbra en la funcionaria es un primer paso para que un sector ideológicamente muy identificado acceda a saquear los recursos del Estado, muy al estilo Pérez Molina-Baldetti. Las raíces familiares de la ministra crean una expectativa, pero serán sus acciones las que demostrarán cuál es su rumbo. Ojalá no insista en pedir más recursos sin ofrecer a cambio controlar a los sindicalistas. La combinación será lo que la defina.

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