CATALEJO

Mirada a un año de las elecciones

|

EN GUATEMALA, A CAUSA de las constantes crisis, se puede considerar una crisis cuando no hay crisis. No es juego de palabras, sino una forma distinta de señalar a la anormalidad como si fuera lo normal. Al haber pasado un año desde el resultado de las elecciones, las constantes y casi cotidianas crisis de la vida política nacional sacan de la memoria colectiva algunos hechos cuya significancia es importante y significativa. Por ejemplo: la participación de apenas el 41.7% de los guatemaltecos documentados, fue la menor en las elecciones realizadas en 30 años, desde 1985. La victoria del actual presidente fue en realidad una derrota para su contrincante Sandra Torres, cuya posición de hoy demuestra, a mi juicio, un ocaso político aún no evidente.

LOS ELECTORES votaron por Jimmy Morales por ser nuevo en política, pero señalaron a la inexperiencia en política como su mayor desventaja, mientras muchos otros no pudieron señalar ninguna cualidad específica. Aunque sí su posible imposibilidad de actuar a causa de sus diputados. Eso fue antes del inicio de la vergonzosa “transfugocracia” en el Congreso, y de las evidencias de poco poder de influencia en su propia bancada parlamentaria, numerosa a causa de razones casi con toda seguridad de índole ‘numismática’. A un año de esa elección, de apariencia tan lejana, dos son los temas más inesperados y por ello posibles de considerar mayores crisis políticas: el juicio contra su hijo y su hermano, y por decisiones a todas luces erradas.

EL CONGRESO ES OTRA fuente de decepciones, sobre todo por quienes integran el círculo de los cercanos al presidente, vistos por la opinión pública como gente enfermizamente obsesionada para perpetrar inmorales e ilegales transacciones de toda clase. Otro error es su percibida o real cercanía relación con la religión, en el caso de las iglesias evangélicas, a pesar de haber sido aconsejado de abstenerse de hacerlo por razones de inconveniencia personal. Para acabar de redondear los problemas, se ha rodeado en su círculo íntimo de personas de muy modesta o nula capacidad, sobre todo en el manejo de las crisis, muchas veces debidas a las consecuencias de algunas actitudes y reacciones presidenciales derivadas de su volatilidad.

LAS DOS SITUACIONES más difíciles, verdaderas crisis no comprendidas, son el caso de su hijo y hermano, conocido por todos, y la aun no publicada molestia de algunos ministros a causa de haberlos forzado a firmar el decreto para crear el estado de Excepción. Por supuesto, hay muchas otras, motivo de considerar a un importante aunque anónimo y silencioso sector de quienes votaron a su favor o contra Sandra Torres, como un grupo de arrepentidos o de convencidos de la nula diferencia entre haber llevado a la presidencia a cualquiera de los dos. Todo eso ha pasado en el breve lapso de un año. Ver hacia delante, en los tres años faltantes, afianza la sensación de impotencia popular ante la realidad de los políticos nacionales.

LAMENTABLE LAPSUS. En el artículo del viernes pasado, al transcribir un resumen de un texto escrito por el Ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, por error omití el No de la frase: “La comunidad internacional, refractaria a las secesiones, no reconocerá una Cataluña independiente”. El texto expresó entonces lo contrario a lo expresado por el funcionario español. Lo lamento. Es parte del oficio: un error muy difícil de captar cuando se revisan los escritos propios escritos. En este caso, el tono del artículo permite sospechar al lector la posibilidad de un yerro, como ocurrió. Me di cuenta por habérmelo señalado un querido amigo español, Fernando Sánchez, en un mensaje enviado desde la bella Cartagena.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

ARCHIVADO EN: