TIEMPO Y DESTINO

Necesidad de un patronato para el Cementerio General

Luis Morales Chúa

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Me refiero a un patronato cooperante y no conflictivo, sin tendencias políticas, religiosas o lucrativas, interesado en contribuir a hacer de ese camposanto, histórico, viejo y abandonado, un lugar limpio, ordenado, y seguro, y acentuar más el respeto por nuestros familiares fallecidos y, en general, por todas las personas que están enterradas en ese lugar.

El Cementerio General cumplió en julio pasado 140 años de su creación por un decreto oficial, y durante muchos años fue una dependencia pública ejemplar, limpia, ordenada y apropiadamente ajardinada. Actualmente, en cambio, proyecta una impresión diferente. Cientos de zopilotes vuelan en círculos sobre la parte noroccidental en busca de alimento y otros tantos se paran sobre los bloques de nichos, algunos de los cuales están abiertos.

Para ajuste de males hay algunos lugares, sin construcciones, llenos de maleza y basura.

En mayo de 2015, por las lluvias torrenciales caídas, 18 mausoleos se desplomaron y cayeron al fondo de un barranco, sin la menor posibilidad de rescate o reconstrucción.

La Municipalidad capitalina, mediante trabajos de emergencia, consolidó la parte baja del terreno y momentáneamente el riesgo pareció detenerse. Pero, no fue así. El 23 de junio pasado, dos años después del derrumbe, unos recolectores de basura, que laboraban al pie del relleno sanitario, vieron caer, desde lo alto del cementerio, un cadáver.

Y en el interior del cementerio se han producido asaltos a mano armada contra visitantes, y daños con intención de robo a numerosos mausoleos.

Como se ve, el más antiguo cementerio de la ciudad de Guatemala tiene cosas como no las tiene otro cementerio del mundo. Sus zopilotes, su barranco, y sus asaltantes.

En otros países los cementerios son primorosamente cuidados. Hace algunos años visité tres de ellos. Uno en Nápoles, otro en Génova, y la tumba de Camoens, en Lisboa. En el de Génova yo quería ver el mausoleo de un político italiano calificado por sus biógrafos como “el apóstol de la unidad de Italia” y de quien había leído varias cosas fantásticamente interesantes. Su nombre: Giuseppe Mazzini. Y me resultó fácil encontrarlo. Fui guiado por unos letreros y unas flechas; los primeros (traducidos al español) a la letra dicen: “A la tumba de Mazzini”.

Algunos historiadores comparan a Mazzini “con Cristo, Don Quijote y Dostoievski, máximos defensores de la unidad del espíritu y de la dignidad del hombre”, según escribe Vicente González Martín en su libro titulado La cultura italiana en Miguel de Unamuno. (Ediciones Universidad SALAMANCA. 1978). Y descubrí que el cementerio citado es un tesoro artístico, cultural e histórico, visitado anualmente por miles de turistas. Muchas de las tumbas son obra de escultores y arquitectos del interminable período de oro de la escultura italiana. Y concitaron mi interés 3 monumentos funerarios más: la castañera, manos que oran (distinta a la pintura Manos, de Alberto Durero), el niño y el aro; conmovedoramente impresionantes. En fin, hay muchas esculturas clásicas, al punto de que algunos consideran a ese cementerio un fenomenal museo de esculturas al aire libre, digno de ser visitado por nacionales y extranjeros como, en efecto, sucede.

Guatemala puede hacer de su Cementerio General algo mejor de lo que es. Y un patronato puede ayudar a ello. Así que la iniciativa está abierta a personas individuales y jurídicas y, particularmente, a familiares de los que en ese cementerio están enterrados.

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