CATALEJO
No se trata solo de nuevos actores
LAS EQUIVOCACIONES AL RESPECTO de los motivos y razones de la dolorosa realidad nacional han sido numerosas a lo largo de la historia reciente de Guatemala, calificada así aquella iniciada a partir de 1960. Esta fecha es escogida casi al azar y solo como una forma de iniciar un conteo histórico cuando comenzó la rebelión militar del 13 de noviembre de ese año, convertida luego por razones internas y externas como el inicio del conflicto armado interno, cuyo fin quedó oficializado con los acuerdos de paz hace casi 20 años. En ese lapso, dentro del campo de la política y de la conducción del Estado han sido cometidos errores susceptibles de ser calificados como derivados de la inocencia, del desconocimiento y de la miopía.
CUANDO LOS GOBIERNOS militares se establecieron oficialmente a partir de 1966 y se mantuvieron hasta el golpe de 1982, la razón de los males del país comenzó a ser considerada como un subproducto muy directo de la incapacidad de los gobernantes castrenses de llevar al país en un buen rumbo, porque su óptica no era política, sino militar. Por ello el sueño de muchos ciudadanos era apoyar la llegada de regímenes encabezados por civiles, por políticos. En esa época aún permanecían vivos los partidos políticos ideológicos, es decir aquellos con una permanencia de cierta extensión en el tiempo. El mundo estaba ideologizado y la Guerra Fría lo era en el primer mundo, pero era demasiado caliente en los países de la periferia.
LLEGARON LOS CIVILES y nada se solucionó. Resultaron tan malos como los militares, con el agregado de haber comenzado la existencia de pseudopartidos sin ideología alguna, sino simplemente organizaciones cuasi tribales derivadas y relacionadas con algún caudillo auto nombrado para salvar al país. Entre las reformas derivadas de la época entre el 82 y el 86 hubo una basada en otra idea cuya invalidez quedó pronto demostrada: la facilidad de formación de partidos políticos era una garantía de democracia. Falso, porque eso sólo hubiera podido tener validez con partidos ideológicos, no con caricaturas partidistas como lo son todos los supuestos partidos representados en el Congreso de hoy en día y en los parlamentos desde esa época.
AHORA SE HAN PUESTO de moda algunas nuevas ideas para explicar las causas de la debacle política del país. Con los militares y civiles ya colocados juntos en el costal de incapacidad, corrupción, etcétera, le toca a nuevos sectores sociales. De allí es donde inconscientemente nace la talvez romántica e inocente idea de la necesidad de llevar a cuotas ciudadanas. Jóvenes, mujeres, indígenas, y todas sus mezclas. Se piensa y se defiende con entusiasmo digno de mejor causa, la necesidad de llenar al parlamento, por ejemplo, de personas con estas características, sobre el sólido criterio de constituir una mayoría de la población y porque se puede considerar discriminatorias las limitaciones para cargos políticos, como 40 años para ser presidente.
EL PENSAMIENTO DE DARLE a la totalidad de los integrantes de un grupo social características iguales, constituye una falacia, es decir un razonamiento equivocado, denominado en la lógica generalización imperfecta. Frases como “a todos los guatemaltecos les gusta la marimba”, pertenecen a esta categoría. Cuando se pensó en los civiles como salvadores del país, o ahora se cree lo mismo, aunque inconscientemente, respecto a los nuevos actores de la política nacional, se cae en el mismo error. La corrección en el accionar humano pertenece al campo de lo personal, por convencimiento —aunque a veces puede incluir otros elementos, como el temor. Los nuevos actores deben ser individuos correctos y, sobre todo, convencidos de no cambiar.