EDITORIAL

Nueva imprudencia del partido Líder

Es difícil determinar cuál es el alcance de las sugerencias que puedan hacerle los asesores de campaña a Manuel Baldizón sobre cada una de sus acciones, o si muchos de sus tropiezos provienen de decisiones propias. Ayer incurrió en un nuevo exabrupto, al señalar a una de las instituciones emblemáticas de la democracia guatemalteca, como es el Tribunal Supremo Electoral, a la que prácticamente acusó de haber orquestado un fraude para arrebatarle lo que, según él, era una victoria segura en las urnas.

El primer error estratégico es que, de entrada y sin que exista el anuncio oficial de resultados, el máximo líder de esa agrupación está reconociendo que perdió las elecciones, y ello se agrava cuando culpa de esa derrota a una supuesta alteración de resultados, en lugar de fijarse en los sucesivos traspiés durante la campaña.

De hecho, este señalamiento constituye la más grave sindicación lanzada contra un Tribunal Supremo Electoral en lo que va del período democrático, y se produce precisamente en comicios que tuvieron la más alta participación ciudadana.

También debe tomarse en cuenta que las declaraciones de Baldizón se producen, una vez más, por medio de una radio que ha sido afín a su partido y también al oficialismo. Cabe recordar que hasta ahora el candidato liderista ha permanecido prácticamente oculto al resto de medios de comunicación, y ni siquiera ha asistido a los foros y debates independientes.

Por ello es que resultan lógicas las inmediatas reacciones de condena y repudio, porque tales declaraciones le acarrean un enorme daño al proceso y porque lo que se denuncia fue práctica repetitiva de un pasado oprobioso para el país, cuando los regímenes militares hacían de las suyas para poner o quitar gobiernos. Lo lamentable es que tal especie es difundida por un candidato que prácticamente se ve fuera de la contienda por la decisión de millones de ciudadanos que expresaron su preferencia por otras opciones.

En su justificación, Baldizón también argumenta que la cantidad de candidatos a alcaldes y diputados que ganaron puestos bajo la marca de su partido no se corresponde con los votos que él obtuvo en la boleta blanca, a lo cual la única explicación es que peca de ingenuidad o bien se retrata como alguien que menosprecia la inteligencia de los votantes que, según un análisis y decisión consciente, distinguieron perfectamente entre las candidaturas y puestos en contienda. Lo mismo ocurrió con quienes tuvieron poco caudal para la Presidencia pero cuyos partidos consiguieron curules.

Lo que sí es cierto es que las consideraciones que tuvieron las autoridades electorales con Líder, sobre todo después de la fallida prohibición de hacer más campaña por haber llegado a su techo de gasto, también les está pasando una cara factura, por su tibio proceder. En lugar de acusar, esta agrupación quizás tendría que estar agradecida por la exagerada benevolencia que ciertos magistrados han mostrado ante sus transgresiones reiteradas, que según la Ley podrían incluso ameritar la cancelación del partido.

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