La peste de la corrupción

Portillo volvió después de una relativamente corta ausencia, que para él pudo haber sido eterna,  por haber incurrido en delitos tipificados en la legislación estadounidense y  penados con cárcel, por los que pasó 643 días en  penales  de Nueva York y  Colorado. Fechorías similares e incluso mayores se han cometido  por décadas  y pareciera  que el país todavía no ha aprendido la lección; incluso,  las cosas  parecen haber empeorado, al punto de convertirse en una seria amenaza para la estabilidad democrática.

Buena parte de las instituciones guatemaltecas han sido cooptadas por oscuros intereses, como recién acaba de ocurrir en el Organismo Judicial, donde la elección de  nuevos magistrados estuvo plagada de críticas y sujeta a una componenda bipartidista. De hecho  ya se empiezan a ver algunos fallos dudosos en sonados casos de tráfico de influencias,  que bien pudieron marcar un buen precedente, pero no fue así.

La tragedia de la corruptela guatemalteca ocasiona tanto daño y   tanto estupor  que  cada vez más entidades internacionales ponen sus ojos en Guatemala, puesto que  de la mano de un sistema ineficiente de justicia se mueven muchos otros oscuros intereses que le dan al país   una imagen de Estado fallido. Lo más   lamentable es que quienes tienen la obligación de enfrentar ese problema  son los primeros interesados en hacer tropezar a las instituciones.

Otro detalle que  puede ilustrar el calibre del drama guatemalteco es lo   ocurrido el pasado martes en el Senado de Estados Unidos, donde debió comparecer el secretario de Estado, John Kerry, para defender la ayuda de mil millones de dólares que esa nación proyecta para el presupuesto del 2016, destinados a  los países del triángulo norte de Centromérica. El funcionario asumió casi personalmente la responsabilidad de velar por el buen uso de estos fondos, pues la percepción generalizada en el Congreso es que pueden terminar en manos indebidas.

El tono de desconfianza hacia estas administraciones no es nuevo, pero cada vez lleva más acento. Baste mencionar que en fecha reciente  la Unión Europea advirtió  de que cualquier tipo de ayuda a   países como Guatemala debía ser condicionada a un uso responsable y estar sometida a una auditoría por parte de los donantes.

En el caso de Portillo todavía le queda un largo trecho por recorrer como para determinar la coherencia entre lo dicho y las acciones, y esto necesariamente pasa por un corte de tajo en las  relaciones con las mafias que cogobernaron con él, muchas de las cuales siguen vigentes.