EDITORIAL

Paliativos a males mayores

En su ya característica tosquedad verbal, el presidente Donald Trump volvió a lanzar ayer un mensaje virulento contra los países que son origen de la migración hacia Estados Unidos, a quienes acusó de ser el cobijo de pandilleros que según él aterrorizan a los estadounidenses, durante el anuncio de un plan de endurecimiento de políticas gubernamentales contra las maras.

Trump acusó ayer a Barack Obama de haber mantenido una política de puertas abiertas para los migrantes ilegales, durante un discurso pronunciado en un pequeño poblado de Long Island, estado que durante los últimos meses ha registrado altos índices de violencia que, según el mandatario, obedecen a un desborde de pandilleros, ante lo cual también exige que las policías locales sean más agresivas en contra de estos grupos, sobre todo hacia los integrantes de la Mara Salvatrucha.

Con las palabras de Trump se oficializa un plan de combate de las pandillas en los más de cuarenta estados en los que según las autoridades operan, aunque esa iniciativa tiene varios componentes, uno de los cuales es la exigencia a los gobiernos del Triángulo Norte de ser más estrictos en la lucha contra las maras, y para eso arribó el miércoles a El Salvador el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions.

Las evidencias para elevar las voces de alarma son sólidas, pero eso no justifica la generalización de tono racista que expone hacia los países centroamericanos, y además no es digno de un mandatario de la mayor potencia del mundo democrático convertir a la Policía en una virtual Gestapo.

Efectivamente, el combate de las pandillas es una tarea impostergable y se debe apoyar toda iniciativa que avance en ese sentido, aunque las expresiones de Trump apuntan más bien al endurecimiento de políticas masivas de deportación. También evidencia cierto tono xenófobo en las justificaciones de las causas de violencia y hasta ciertas ideas prejuiciadas sobre el tema, pues si bien es cierto que en Centroamérica también hay pandillas, este fenómeno nació en suburbios de EE. UU.

En un tono de mayor prudencia se condujo Sessions, quien durante su breve visita a El Salvador declaró que los tentáculos de la MS-13 llegan hasta el Capitolio y Europa, y los consideró una especie de mafia global que requiere, para su combate, la colaboración multinacional, y en ello no ayudan los señalamientos trumpianos.

Para tratar ese tema y paralelo al anuncio de Trump en Estados Unidos, Sessions se reunió ayer en San Salvador con los fiscales generales de los países que integran el Triángulo Norte de Centroamérica, a quienes seguramente reiteró las exigencias para acompañar a Washington en esa ofensiva hemisférica para frenar a los pandilleros de manera frontal.

Es indiscutible que las maras constituyen un peligro público y deben ser exterminadas, pero no se debe criminalizar a todos los centroamericanos ni reducir el problema a una represiva lucha policial, pues si no se atacan las causas conexas a esa problemática, los costos y el esfuerzo de ese objetivo pueden ser muy elevados y los resultados concretos más bien pocos, en esos y otros órdenes, como los que ha exhibido en seis meses dicha administración.

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