CATALEJO

Para entender lo injustificable

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ENTENDER NO SIGNIFICA, de ninguna manera, aceptar, justificar ni aprobar. Permite conocer, a veces luego de meditar, las posibles razones de alguna acción, sobre todo cuando es chocante y no encaja en el marco de valores —ya sea propio o de la cultura en la cual cada ser humano se desarrolla en el tiempo y en la historia—. La cultura es un complejo enramado donde caben factores pertenecientes a la educación personal, la religión, la ideología, incluso la salud, pues su quebranto muchas veces condiciona la forma de pensar y de actuar de cada individuo. Los valores distintos llevan a una ética diferente; por tanto, llevan también a una corrección o incorrección distinta de las acciones humanas, y debido a ello responden a una lógica distinta.

LA MONSTRUOSIDAD de los ataques a París no puede entenderse sin tomar en cuenta ese factor cultural, imposible de ser eliminado en tiempo corto o medianamente largo. Durante el desarrollo de la historia, el mando político ha pasado en el mundo occidental —con mayoritaria filosofía cristiana— de ser una identificación con la autoridad religiosa, a un acompañamiento y luego una independencia. Los estados del mundo cristiano son laicos y por tanto separan las jerarquías políticas de las religiosas. Esto resulta imposible de retrotraer a causa de la multiplicidad de interpretaciones del mensaje de Cristo, en un fenómeno ocurrido sobre todo en Estados Unidos y desde hace algunas décadas trasladado con fruición al sur de la frontera.

EN EUROPA COMIENZA A SER mencionada la palabra “guerra” para calificar a los actos terroristas del viernes pasado. En Occidente, ese término sin duda tiene un significado distinto al otorgado por la cultura musulmana. Aunque su significado común indica una lucha armada entre naciones o entre bandos de un país, es necesario saber si en el idioma árabe el concepto implica la guerra total. De ser así, se debe iniciar una campaña mundial para informar a los occidentales cristianos, quienes no piensan en este potencial peligro porque ven el mundo desde la perspectiva de una cultura laica, en la cual es imposible pensar siquiera en un líder religioso llamando a sus feligreses a matar en nombre de quien fue crucificado hace 2,000 años.

SI ESE OCCIDENTE, LAICO y por ello pecaminoso —a juicio de la moral musulmana— se lanza a la guerra abierta y declarada contra los fanáticos del Estado Islámico, debe saber entonces cuál será el campo de batalla: cualquier ciudad con esta forma de pensamiento político, casualmente al mismo tiempo cristiana. Una de las áreas de esta guerra será la psicológica, porque el temor a un ataque en cualquier momento y país, provoca desmoralización. Ya es guerra a muerte: sus soldados son suicidas convencidos. Se convierte en una guerra total, sin cuartel, al desaparecer a causa de la tecnología los campos de batalla tradicionales, incluyendo aquellos de las guerras más cercanas, y ser sustituidos por calles, teatros, estadios, aviones, trenes, etc.

SERÍA ABSURDO ACUSAR A todos los musulmanes de ser fanáticos asesinos, y por ello parte de la lucha contra Isis debe centrarse en explicarles a los fieles, por medio de sus hasta ahora extrañamente calladas autoridades religiosas, por qué este tipo de fundamentalismo es intrínsecamente malo y contrario a muchas otras culturas, no solo el cristianismo sino el budismo, taoísmo y otras religiones monoteístas orientales. Occidente debe comprender las razones de los ataques, mezcla perversa de la aplicación simplista de ideas políticas y religiosas. Todos los adjetivos utilizados para calificar esta barbarie, son justificados. Queda ahora comenzar la difícil tarea de lograr un cambio en la cultura musulmana, al menos en este tema, desde adentro.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.