EDITORIAL
Pérez Molina debe desoír malas ideas
El Congreso decidió ayer por la tarde suspender la sesión en la que iba a ser electo el nuevo vicepresidente de la República, a causa de que nuevamente la propuesta del Ejecutivo tenía un elemento escondido. Por ello la suspensión mencionada se puede calificar como correcta.
En efecto, la decisión de integrar como tercer candidato al diputado Oliverio García Rodas tenía como baldón oculto que su curul iba a ser cubierta por Daniela Beltranena, quien sería la diputada suplente del Partido Patriota y que es una de las personas más cercanas a la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, al punto de que la acompañó en el viaje a Corea, junto con el ex secretario privado, ahora prófugo.
Los diputados consideraron que eso no podía haber sucedido sin que se afianzara el sentimiento antiparlamentario y, en general, contrario a las maniobras que malos e ineptos asesores han sugerido al presidente Pérez Molina. Se perdió un día, y es de esperarse que hoy no aparezca un nuevo valladar con la misma meta de atrasos innecesarios.
Es oportuno señalar que, en vista de la negativa del partido Líder de apoyar a ninguno de los miembros de la terna, el Partido Patriota necesita convencer a los diputados de otras agrupaciones, a fin de llegar al mínimo de votos indispensables para elegir al nuevo funcionario del Ejecutivo, o hacer lo mismo con los obedientes seguidores de Manuel Baldizón. Como sea, hay campo propicio para especulaciones de posibles contubernios de cualquier tipo.
La mínima prudencia política indica que no debe pasar de hoy la elección vicepresidencial. Aunque esta se realice, son insistentes los llamados para que el fin de semana se efectúen manifestaciones en la Plaza de la Constitución, con el objetivo de solicitar la renuncia del presidente Pérez Molina. Los asesores y el mandatario no parecen haber entendido o no desean entender la verdadera magnitud de lo que significaron las recientes protestas, resultado del hartazgo popular ante la serie de acciones que encajan en el calificativo de corruptas.
El presidente, de alguna manera, no ha sido todavía el blanco exclusivo de las críticas, acusaciones y señalamientos que se han multiplicado de una manera sin precedentes en las últimas semanas. Se debe hacer notar que las protestas populares han tenido como característica su calma, su accionar responsable, sin vandalismo de ningún tipo, pero también que en ningún momento se ha hecho patente la tradición de los acarreos de gente, cuya mayoría no tiene idea de a dónde va y por qué razones la llevan.
A pesar de todo, los mecanismos institucionales están funcionando y dando resultados, aunque no sean los más satisfactorios. Esto se debe a que, en algunos casos, quienes los deben aplicar han trabajado con un índice de responsabilidad histórica para evitar que las pasiones políticas se desborden. Ese hecho debería ser suficiente para, cuando reciben el mensaje claro de los ciudadanos, los funcionarios no puedan desoírlo, y tampoco debería quedar lugar para ninguna clase de maniobra. Quien no lo entiende es porque opta por avanzar contra la corriente.