PLUMA INVITADA
Estoy furioso contra las personas que no se vacunan
Hace poco, me enteré de que un amigo mío —un tipo inteligente— no estaba vacunado y lo confronté al respecto.
¿Cómo ha podido no vacunarse? ¿Y cómo no había considerado necesario comentármelo a mí ni a nuestros amigos en común? ¿No le preocupaba el riesgo que representaba no solo para él, sino también para todos los demás?
Trató de bromear con ello al dar una serie de razones basadas en teorías conspirativas. Pero yo le dije que tenía que vacunarse y punto.
La siguiente vez que lo vi, estaba preocupado por la variante ómicron y le pregunté si quería que lo acompañara a vacunarse. Le envié la información del sitio en el que podía registrarse y le dije que me avisara cuando lo hubiera hecho. Eso fue el sábado… y todavía no se registra.
Estoy decepcionado y enojado, no solo con mi amigo, sino con todas las personas que deciden no vacunarse.
' Hay personas que han politizado el virus y ven el hecho de vacunarse a través de una óptica partidista.
Charles M. Blow
Hubo un momento, (cuando no había suficientes vacunas) en que intenté ser tolerante con las personas reticentes, traté de no avergonzarlas y no enojarme con ellas, de darles tiempo para que se documentaran sobre los beneficios de vacunarse.
Pero, para mí, ese momento ya pasó hace mucho tiempo. Considérenme uno de los intolerantes; eso es lo que soy. Ya no consentiré la ignorancia deliberada. Ya no toleraré tampoco la sandez de “estoy investigando por mi cuenta”.
Este virus ya ha matado a cerca de 800.000 estadounidenses e infectado a casi 50 millones. Ahora, tenemos un promedio de casi 120.000 nuevos casos por día.
Este virus es mortal e implacable. La única salida de esta situación, para nuestro país y el mundo entero, es a través de las vacunas. Si no queremos correr el riesgo de que nuestra población sirva como una caja de Petri para el desarrollo de nuevas variantes, tenemos que reducir de manera drástica el número de personas vulnerables al virus.
En julio, Michael Saag, un profesor de Medicina y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama, campus Birmingham, le dijo a The Guardian: “Las personas que no están vacunadas son, en general, la carne de cañón del virus. El virus necesita gente a la cual infectar con el fin de replicarse, y es más probable que mute a medida que existan más personas vulnerables o susceptibles a las infecciones”.
Las personas sin vacunar no solo se vuelven vulnerables al virus, sino que hacen que todos sean más vulnerables.
He escuchado todo tipo de motivos para oponerse. Hay personas que han politizado el virus y ven el hecho de vacunarse a través de una óptica partidista. Hay gente que ve la presión del gobierno, y sobre todo las órdenes, de introducir algo en su cuerpo como algo extralimitado y un anatema para el ideal estadounidense de libertad e independencia. Hay personas que no confían en el gobierno, a veces con toda la razón.
He oído de todo y lo repruebo todo.
Hay demasiadas tumbas recientes que marcan la tierra como para considerar estas objeciones. Y demasiadas vidas trastornadas, con gente que llora a sus seres queridos, transforma la naturaleza de su trabajo y tiene a sus hijos en casa sin ir a la escuela.
Cuando comenzó la pandemia, pensé que sería un desajuste de unos cuantos meses. Ya estamos casi en el segundo año y, aunque algunas escuelas y oficinas han vuelto a abrir, los casos están volviendo a aumentar en muchos lugares de este país y la variante ómicron ha asustado a los mercados de todo el mundo.
Ahora, tenemos que considerar la genuina posibilidad de que el virus no sea erradicado, sino que se vuelva endémico. En febrero, la revista Nature lo puso de un modo más directo: “El coronavirus llegó para quedarse”. En una encuesta a más de 100 inmunólogos, investigadores y virólogos, la revista descubrió que casi el 90 por ciento pensaba que el coronavirus se volvería endémico. Como lo dijo Nature en ese momento: “Seguirá circulando en grupos de la población mundial durante los próximos años”.
Incluso si la erradicación del virus resultara imposible, si más personas se vacunaran, se podría controlar y disminuir su propagación.
Entonces, es verdad: estoy furioso contra los no vacunados y no me avergüenza revelarlo. Ya no trato de entenderlos ni de concientizarlos. Ya no hay pretextos. La única razón que acepto ahora para que la gente no se vacune es cuando tiene enfermedades que le impiden hacerlo.
Todos los demás tienen la opción de ser parte de la solución o parte del problema. Las personas no vacunadas están optando por ser parte del problema.