Pluma invitada

Reforma del sector salud: De la fragmentación a la integración

No se puede transformar un sistema de salud haciendo lo mismo de siempre.

El sector de salud en Guatemala atraviesa una crisis estructural y funcional. A pesar de múltiples esfuerzos, los bajos niveles de acceso, cobertura y calidad, combinados con altos índices de morbilidad y mortalidad, reflejan las graves deficiencias del modelo vigente. Esta realidad exige algo más que retoques: requiere una transformación profunda del sistema.

No se puede transformar un sistema de salud haciendo lo mismo de siempre.

Este artículo propone un modelo organizacional y funcional para reformar el sector salud guatemalteco, inspirado en la Teoría de los Cinco Botones de Control, desarrollada por la Universidad de Harvard. Esta teoría identifica cinco áreas clave que pueden ajustarse para lograr cambios efectivos: financiamiento, mecanismos de pago, organización, regulación y comportamiento. La propuesta se enfoca en dos botones estratégicos para iniciar la transformación: organización y financiamiento.

Las reformas en América Latina han promovido descentralización, seguros paralelos y contratación privada, lo que ha fragmentado los sistemas y segregado a la población según su condición laboral y económica. En Guatemala, el MSPAS atiende al 71 % con servicios precarios y solo el 1.04 % del PIB, mientras que el IGSS cubre al 18 % con el 1.53 % del PIB. En conjunto, el gasto público en salud equivale apenas al 2.6 % del PIB, muy por debajo del 6 % recomendado por la OMS. Esta insuficiencia se traduce en altos gastos de bolsillo para la población, que financia más del 60 % del gasto total en salud con sus propios recursos, generando una carga financiera insostenible para los hogares, especialmente los más pobres. Esta segmentación profundiza desigualdades y limita el impacto del sistema.

El modelo propuesto se basa en una integración funcional del MSPAS con el IGSS y otros actores relevantes bajo la rectoría del Ministerio de Salud, organizando los servicios no por grupos sociales, sino por funciones. La mancomunación de fondos, la estandarización de servicios y la coordinación institucional son pilares clave. Se trata de un enfoque que no copia modelos externos, pero sí aprende de casos exitosos como Costa Rica, donde la cobertura universal alcanzó el 94% gracias a un sistema integrado y solidario, colocándolo en el 2000 como uno de los mejores 20 sistemas del mundo y el número uno en América Latina.

La propuesta también incorpora las lecciones aprendidas de décadas de intentos fallidos de reforma: no todo cambio es reforma; las buenas intenciones no bastan; y sin un plan estratégico nacional que integre a todos los actores, cualquier esfuerzo será insuficiente. Por eso, el modelo sugiere un diseño estratégico con metas compartidas, coordinación efectiva y visión de largo plazo.

Reformar el sector salud requiere superar enormes desafíos: fragmentación institucional, servicios privados débiles en regulación, desigualdades socioeconómicas, limitaciones de acceso en zonas rurales, y una cultura de continuidad, burocracia y corrupción. Pero también requiere liderazgo, pensamiento diferente y valentía para romper con lo tradicional.

Los sistemas que funcionan bien no solo mejoran la salud y satisfacen a los ciudadanos, sino también impulsan el desarrollo económico y la equidad social. Se propone este modelo como una guía estratégica para transformar el sistema de salud, adaptándose y ajustándose según las necesidades específicas del contexto nacional. Guatemala tiene la oportunidad histórica de dejar de hacer más de lo mismo y adoptar un modelo nuevo, funcional y sostenible que garantice salud para todos.

Para mayor información, visitar: https://revtecnologia.sld.cu/index.php/tec/article/view/1609

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