Pluma invitada

Todas las personas migrantes viajan con sus derechos humanos

Es importante que la atención al fenómeno migratorio actual y a nivel nacional trascienda el plano individual hacia el plano comunitario.

Los movimientos migratorios propician el desarrollo cultural, económico, científico y social de los países. Migrar también da oportunidades a la persona, su familia, su comunidad, pero puede causar impactos no deseados.

Las modificaciones en las políticas migratorias regionales han cambiado las tendencias.

Algunas personas migran voluntariamente por estudio, trabajo o reunificación familiar; otras, impulsadas por la violencia, pobreza, persecución política o por el impacto del cambio climático. Sin importar la causa, la forma ni el destino, todas las personas migrantes “viajan” con sus derechos.

Mediante la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la ratificación de tratados internacionales, los Estados se han comprometido a respetar, proteger y hacer efectivos los derechos humanos de todas las personas que se encuentran en su jurisdicción. El marco normativo internacional protege a las personas migrantes, en particular a quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad como las niñas y los niños, particularmente no acompañadas/os, las mujeres, las víctimas de trata, trabajadoras y trabajadores migratorios, migrantes en condición irregular, personas víctimas de violencia, refugiadas, solicitantes de asilo y los pueblos indígenas. Reconoce además sus derechos al asilo y la no devolución, a la nacionalidad, a la protección frente a la tortura y los tratos inhumanos, a la vida familiar, a los servicios básicos de salud, a la educación, al trabajo decente y al acceso a la justicia en el punto de origen, tránsito, destino y retorno. Incluso cuando no se ha sido capaz de proteger la integridad de las personas migrantes, los Estados tienen compromisos relativos con su búsqueda, el acceso a la verdad y la justicia.

A nivel global, la debilidad en la implementación de una gobernanza migratoria basada en derechos humanos da paso a graves vulneraciones y violaciones de facto que afectan a las personas migrantes desde su partida, en los territorios por los que transitan, en el país de destino e incluso cuando retornan a su comunidad. Es imprescindible que los Estados orienten sus acciones a atender la complejidad que presenta el contexto migratorio, a la luz de las normas y estándares de derechos humanos en cumplimiento de sus compromisos internacionales.

Las modificaciones en las políticas migratorias regionales han cambiado las tendencias en la movilización por el territorio, por ejemplo, la predominancia de personas migrantes transitando ahora en dirección norte-sur y el incremento de solicitudes de asilo. En este contexto, en el país, el Instituto Guatemalteco de Migración, en coordinación interinstitucional e intersectorial, ha implementado el Plan Retorno al Hogar, con el objetivo de ofrecer atención integral a las personas guatemaltecas en retorno desde los Estados Unidos y México. Asimismo, presentó el Protocolo de Atención a Personas en Flujos Migratorios Mixtos, actualizó el Protocolo Interinstitucional de Búsqueda de Personas Migrantes Desaparecidas a Causa de la Migración y agilizó los mecanismos para solicitar asilo. Estas acciones son alentadoras para fortalecer la capacidad del Estado para responder a los nuevos desafíos y garantizar los derechos humanos de las personas migrantes.

Es importante que la atención al fenómeno migratorio actual y a nivel nacional trascienda el plano individual hacia el plano comunitario, con la participación significativa de las familias y comunidades migrantes considerando la diversidad de formas de vida, cosmovisiones y habilidades. Mientras es fundamental que el Estado continúe implementando acciones para la protección y garantía de los derechos humanos de las personas migrantes, incluso a través relaciones internacionales y bilaterales, todas y todos tenemos un papel que jugar en torno al respeto y acogimiento a las personas migrantes. Nuestras narrativas y conductas, si están centradas en la dignidad de todas las personas, pueden contribuir al disfrute de todos sus derechos en condiciones de igualdad y no discriminación; lo contrario impulsa situaciones de mayor conflicto, desigualdad social, de racismo y de xenofobia.

ESCRITO POR:

Mika Kanervavuori

Representante de OACNUDH