EDITORIAL

Prosperidad es la clave

Lo que desde hace poco tiempo fue bautizado como el Triángulo Norte de Centroamérica, hoy, con la convulsión sociopolítica que estremece a Nicaragua, se ha convertido en una grotesca caja, para reconfigurar una geografía en la que se concentran enormes inequidades, fallidos modelos gubernamentales y diversas expresiones de criminalidad, las cuales han dado paso a males mayores.

Corrupción, crimen y subdesarrollo castigan a una de las regiones más prometedoras del planeta, y pese al obtuso criterio y al abuso de una anquilosada clase política, estos países están predestinados a salir adelante, porque nunca como hoy su posición geoestratégica se ha vuelto tan determinante.

Dos realidades han contribuido de manera decisiva a perfilar la ruta por donde se encarrilará el futuro desarrollo. Por un lado está la triste realidad de los países más desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza, donde el exceso de placer ha llevado a grandes conglomerados a convertirse en paradigma de un triste hedonismo, en el cual el consumo de opiáceos alcanza indicadores de pandemia.

Del otro lado están países como los nuestros, en los cuales la inmoralidad y la voracidad por la riqueza fácil hizo presa de numerosos funcionarios, sumado al desborde de criminalidad, con el narcotráfico por delante, cuyos carteles convirtieron estos territorios en feudos del crimen y en la mejor ruta para llegar al mayor mercado de consumo de estupefacientes.

La mezcla de corrupción y crimen agravó esta situación, lo cual dio pasó a otras expresiones delincuenciales, lo que degeneró en mayor inseguridad y esta, a su vez, se convirtió en la mayor amenaza para miles de centroamericanos, quienes empezaron a emigrar hacia Estados Unidos porque la historia reciente registraba que allá se podía tener una vida más digna y con menores riesgos que en Centroamérica.

Ese desborde de indocumentados incluso tomó por sorpresa a las autoridades estadounidenses, quienes fueron incapaces de ver el creciente drama de miles de centroamericanos que escapaban del infierno para buscar el paraíso, hasta que las fronteras del averno se volvieron demasiado elásticas.

Hoy, la desdichada historia preocupa a las más altas autoridades de Estados Unidos, México, Honduras y Guatemala, con la crisis nicaragüense de fondo, quienes buscan las claves para establecer mecanismos que les ayuden a detener la migración irregular, el narcotráfico, la criminalidad y la corrupción, quizá el tema más relevante, porque es el fondo sobre el cual se proyectan las demás lacras.

La palabra recurrente que ahora surge como bálsamo para esa pesadilla es prosperidad y, ciertamente, podría ser la puerta que se abra hacia un nuevo horizonte, pero una crisis que duró décadas en madurar tampoco será fácil de resolver, aunque ahora, con la nueva visión geoestratégica de Washington, las cosas pueden empezar a cambiar y para ello solo se requiere empezar por desbaratar las estructuras de corrupción, porque el derrumbe de esos falsos liderazgos puede allanar la ruta hacia el desarrollo.

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