SIEMPRE VERDE

¿Qué pasó, muchá?

Magalí Rey Rosa

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Horrorizados por el desastre de El Cambray II y espantados luego del debate presidencial, debemos hacer un alto y reflexionar. Dentro de 16 días Guatemala escogerá presidente. Queda claro que la ciudadanía tendrá que hacerse responsable de asegurar los cambios que el país necesita, pues los funcionarios públicos nos han demostrado, hasta la saciedad, que ellos no van a hacer más que la finta, y eso porque saben que el pueblo está encabritado.

Cada persona tendrá que escoger, entre sus posibilidades, la forma de participar en esta nueva etapa. Pagar impuestos a cabalidad, fiscalizar a los servidores públicos, compartir información pertinente o involucrarnos más seriamente en las áreas que conocemos.

Aterrizo en la que a mí me parece que es la más crítica para la población chapina y todas las criaturas que habitan este territorio común que llamamos Guatemala. Me refiero al área ambiental.

La crisis ambiental planetaria es de tal magnitud que prácticamente todos los jefes de Estado la mencionan en sus discursos; algunos la toman muy en serio (aunque las acciones que se asumen —en general— no son congruentes con la gravedad de la crisis). Hasta el papa Francisco habla sobre los crímenes cometidos contra la naturaleza y sus implicaciones. ¿Y aquí?

Guatemala se encuentra en una de las regiones naturalmente más vulnerables de la Tierra, por su ubicación geográfica: una delgada franja terrestre entre dos océanos, en una región de choque de placas tectónicas y de gran actividad volcánica. Pero la destrucción de los ecosistemas, el incremento poblacional y las consecuencias del cambio climático global aumentaron nuestra vulnerabilidad hasta colocarnos entre los 10 países más vulnerables de todo el planeta. Y los más vulnerables en este país son los más empobrecidos. El Cambray II es un ejemplo contundente de cómo se construye el riesgo y de la responsabilidad humana en la tragedia.

En medio del dolor por tanta muerte innecesaria, el primer debate entre los aspirantes a la Presidencia fue un fiasco. Causa preocupación y tristeza notar que ni los estudiantes universitarios consideran importante la crisis ambiental que tenemos encima. Sé que hay temas ineludibles. Pero no comprendo cómo gente joven, con cierta preparación, no preguntó nada significativo en lo ambiental; por ejemplo, cómo tratará —quien llegue a la Presidencia— el problema del agua.

Los viejos políticos nunca quisieron abordar la problemática ambiental con seriedad, pues cuidan ciertos intereses o a ciertos financistas, pero esperaba que los universitarios que participaron tuvieran una visión un poco más profunda sobre la importancia de la ecología. ¿Será que no les interesa su futuro o que todavía no entienden la relación entre la política y la ecología?

lamaga55@gmail.com

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