CATALEJO

Sigue decepción antiparlamento

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DENTRO DE LOS CAMBIOS ocurridos a consecuencia de un proceso iniciado con las manifestaciones populares iniciadas en agosto del año pasado, sobresale la posición ocupada ahora por el Congreso de la República en el panorama político del país. Se le percibe como un centro de poder real, en vista de estar ahora el Organismo Ejecutivo relegado a un segundo plano, cuando el presidente comenzó a partir de enero a ser visto como alguien cuyo desconocimiento del quehacer político es la causa de sus numerosos errores, así como sus peculiares y simpáticas declaraciones y su forma de ser. Llena a cabalidad con su tácita autodefinición de personaje sin conocimiento del actuar político, promocionado equivocadamente como una virtud.

NUNCA EL CONGRESO ha tenido buena imagen entre los ciudadanos, por razones muy justificadas. Desde hace lustros, las encuestas y mediciones de opinión han reflejado esta situación y por ello sus integrantes han sido considerados una especie de gente cuyos ingresos son injustificados e inmerecidos porque simplemente no hacen nada, y cuando actúan es solo para beneficio propio y para proteger intereses espurios de grupos de presión y de los partidos y personajes políticos del momento. Sin embargo, el deterioro ha subido en las últimas dos o tres legislaciones, al considerársele una especie de madriguera desde donde surgen alimañas de metas inconfesables entre las cuales destaca la de detener el funcionamiento del gobierno.

UNA DE LAS MANERAS DE CAUSAR esto es por la vía de las interpelaciones a funcionarios, citados docenas de veces para presentarse ante los diputados a responder cualquier tipo de ocurrencias. Al no haber límites al número ni estar enmarcado el derecho de interpelación, se abusa y se llega al paroxismo del ridículo. Roxana Baldetti, cuando era diputada en el cuatrienio de Colom, se destacó por esto y al ser vicepresidenta criticó al impresentable partido de Baldizón cuando sus parlamentarios repitieron la situación. El actual Congreso no ha sido excepción: los diputados opositores se han lanzado a desesperar a ministros. No hay poder humano capaz de impedirlo, porque se trata de un nuevo ejemplo de ejercicio absurdo de la capacidad de mando.

TODO ESTO EXPLICA Y TAMBIÉN justifica la desconfianza despertada en cualquier persona con un mínimo de suspicacia, cuando cualquiera de las propuestas de grupos sociales para cambios en el sistema político incluye la participación del Congreso como un ente con la posibilidad de tomar decisiones y en base a ello aprobar nuevas leyes y reglamentos. El caso de la Ley Electoral y de Partidos Políticos constituye solo la más reciente muestra del peligro para la sociedad cuando no existe un acuerdo político previo para impedir a los diputados meter las manos en los documentos y las sugerencias tomadas en consenso. No hacerlo así convierte en tiempo perdido lastimosamente a las reuniones para la búsqueda de esos acuerdos.

SE DEBEN COMPRENDER VARIAS verdades: a) no hay partidos políticos reales en Guatemala; b) por ello tampoco hay democracia ni representatividad internas; c) hay carencia total de capacidad y de racionalidad en las decisiones, todas ellas sometidas a subasta; d) las principales características son la irresponsabilidad, incapacidad, corrupción; e) muchos de los recién llegados son peores en todo sentido. Y así, la lista es larga. El vacío de poder a causa de cómo actúa el Ejecutivo y la rosca de quienes lo guían según los intereses de ellos, ha traído la intromisión de algunos diputados en la percepción de mando. Sin un capitán y con una oficialidad deprimente, el barco del gobierno va a la deriva y se acerca a una calma chicha inmovilizadora.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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