EDITORIAL

Sigue la lucha anticorrupción

El tema tiene mucha importancia en los momentos actuales, porque el país se encuentra a 34 días del cambio de un gobierno y sobre todo un presidente que deberá tener especial cuidado de no participar abierta o solapadamente en ningún acto de corrupción directa o indirecta. Esto, no solo porque se identificó en su campaña como “ni corrupto, ni ladrón”, sino porque el espíritu ciudadano de rechazo a la corrupción se materializó en las manifestaciones mencionadas y se mantiene latente, listo para despertar de nuevo y expresarse en las calles de la misma forma pacífica pero contundente con la que se materializó este año, después de muchas décadas.

La presencia de los embajadores de Alemania, España y Estados Unidos en la sede del Centro Cultural de España, en compañía del vicepresidente Juan Alfonso Fuentes Soria; Jorge Briz, presidente del Cacif; así como representantes de grupos universitarios y otros de la sociedad civil, solo se puede interpretar como una acción que manifiesta la forma como ha cambiado en toda la región latinoamericana la actitud hacia la corrupción, causante de inseguridad y retraso en todos los órdenes y de debilitamiento y destrucción de la moral ciudadana.

Fue interesante y apropiada la manera de manifestar ese rechazo a la corrupción por medio de actividades artísticas desarrolladas en el Paseo de la Sexta Avenida, porque es una manera de hacer penetrar el mensaje en todos los niveles de la población, que necesitan entender la relación directa entre la dolosa tarea de corruptos y de corruptores, así como de mantener sus reacciones de rechazo.

Es importante lograr que los diversos estratos sociales vean y acepten la lucha contra la corrupción, como todo derecho humano, como una actividad que debe ser de constante vigilancia y decisión de denuncia de todos los hechos realizados a espaldas de la población, de la corrección y de la moral en la forma como se maneja el Gobierno y como se relacionan sus funcionarios con el resto de la sociedad.

Un importante elemento adicional para combatir la corrupción lo constituye la marginación de quienes han cambiado de estilo de vida por la evidente corrupción. Hasta el momento, no parece haber habido ningún caso de que a alguien que haya ascendido súbitamente en la escala económica le sea negado adquirir bienes y servicios del sector privado, como ocurre en otros países. La mejor forma de combatir la corrupción es, realmente, que se sepa de ese castigo social, tácito pero evidente, porque ello permite arrancarla de raíz. Ese es el siguiente paso, indudable, irrefutable, necesario.

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