CON NOMBRE PROPIO
Tránsito, salud y derechos
El Espectador de Colombia informó en su edición de ayer: “El Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, llamó la atención sobre un problema de salud que crece día tras día: los accidentes de moto, que ya se consideran uno de los principales problemas de salud pública en todo el país… La cifra de accidentes de motociclistas en el país es escandalosa. Cada año mueren en Colombia 3,000 personas en promedio por esta causa. Y el número de lesionados sobrepasa los 20,000. En otras palabras, en promedio, ocho motociclistas mueren al día en todo el territorio nacional”.
Los datos colombianos son fuertes, ¿cómo serán los nuestros si el subregistro es regla?, ¿cuántos accidentes de tuc tuc y motos hay en todo el país?
Se llama “anomia” al conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o, bien, su constante degradación. El tránsito es un vivo ejemplo de nuestra anomia, además va de la mano de las políticas urbanísticas. Por ejemplo, la zona 16, las dos Pinulas y Fraijanes tienen un gran “desarrollo” y son cientos de proyectos los construidos por esos lares; sin embargo, se hacen rutas para llegar a los “nuevos condominios” pero no hay banquetas. Así el caminante tiene que persignarse para no ser atropellado y listo.
Peatones, ciclistas, motociclistas y automovilistas nos lanzamos a la calle con fe ciega de que el Padre Eterno nos protege, porque casi todos los días vemos accidentes en el camino. En plena “Ciudad del Futuro”, las banquetas, cuando las hay, están llenas de postes, así que los peatones deben ocupar el mismo espacio que los vehículos y ni hablemos de quién se moviliza con muletas o silla de ruedas.
Si vemos datos oficiales de 2015 (Ministerio de Salud Pública, Centro Nacional de Epidemiología), las muertes por accidentes de tránsito no se encuentran dentro de las primeras 15 causas de fallecimientos en el país. ¡Ojalá estén bien estos datos!
Si visitamos Ciudad de México, una de las mayores urbes del mundo, es curioso percatarse de que existen mucho menos motoristas que en Ciudad de Guatemala. El enjambre de motociclistas que tenemos por acá no existen por allá, así que solo esperar en un semáforo es suficiente para saber que las posibilidades de accidentes es enorme, y si a eso le agregamos que hablar de Seguridad Social universal es fantasía y que una minoría es la que cuenta con seguro privado, es la salud pública la que atiende la mayor parte de todos los accidentados.
Nuestro país, de 1992 a 1994 tomó una de las decisiones más importantes de su vida democrática y dio un giro de 180 grados a su justicia. Terminó con un proceso penal inquisitivo y secreto, y optó por un proceso acusatorio y público; sin embargo, se cometió un enorme error que persiste en el sistema y es que ya no existen los tribunales de tránsito. Las lesiones y homicidios culposos con causa de tránsito se juzgan por tribunales penales, y esto es un ingrediente lesivo para quienes tomamos un volante, y si en un choque se producen solo daños materiales, sentémonos y acomodémonos porque un litigio civil llevará años.
El tránsito, como tantas otras conductas, refleja la adhesión espontánea de una sociedad a sus normas y en un país como el nuestro, donde la vida no vale nada, es fácil percatarse de que por allí, si hablamos de derechos, debemos empezar. La anomia es generalizada y es urgente que exista desde el Ejecutivo una política nacional de tránsito, dejarle a la libre a cada municipio el tema es un error y, además, un suicidio.