EDITORIAL

Vuelve el circo parlamentario

Poco tiempo debió transcurrir desde que se iniciaron las sesiones ordinarias en el Congreso de la República para que también volvieran a presentarse abyectas escenas, como la que protagonizó la diputada Delia Back, de Líder, quien al no soportar la diatriba que contra su bancada y la del PP había emprendido en pleno hemiciclo el diputado uneísta Mario Taracena mordió el anzuelo, perdió cualquier idea de modales y, presa de una irrefrenable ira, le lanzó el agua de un vaso, la cual ni siquiera dio en el blanco sino que cayó sobre otros legisladores.

Esta es apenas la más reciente anécdota que pinta de penosos matices la actual legislatura, en la cual han predominado los contubernios vergonzosos y las tácticas dilatorias cuando una determinada iniciativa no coincide con los aviesos intereses que suelen predominar en el hemiciclo. El más triste ejemplo de esta actitud vil está en los procedimientos empleados para supuestamente discutir y seguramente entrampar las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos.

Esta alianza perversa, que en vano intentan disfrazar patriotistas y lideristas, también ha dejado en un sospechoso limbo legal el proceso de antejuicio contra el presidente Otto Pérez Molina. Los representantes de Líder son el único asidero que tiene el mandatario y han sido la comparsa perfecta para retrasar la apertura de una investigación que incluso sería sana para limpiar la mesa de sospechas, si tal como el gobernante dice, no tiene nada que ocultar.

Si el Congreso en verdad cumpliera con su función de representación popular y contrapeso de los otros poderes del Estado, no debería servir de alcahuete a figuras oscuras que han traicionado la confianza que se depositó en ellas, ya sea con sus acciones o con sus omisiones.

Lamentablemente, los intereses electoreros parecieran pesar mucho más que las demandas de la población, pero esta misma obsesión podría ser la tumba política de determinados personajes que parecen confiados en figurar, a fuerza de aportes y favores, en determinados lugares del listado nacional o distrital para las próximas elecciones, pero la población ya no tolera más engaños, menos a sabiendas de las artimañas usadas por estos personajes.

Líder, que se ha empecinado en vender su imagen a fuerza de vallas y espacios publicitarios, se pone una extraña zancadilla a sí mismo, al interponerse en el avance de investigaciones, con lo cual se apropia de mucho del desprestigio que arrastra la actual administración, lo que hace suponer que existen poderosos intereses que podrían explicar ese contubernio.

Por ello es que el vaso de agua que derramó la desvergüenza en el Congreso no es más que una pincelada sobre un cuadro en el que predomina la ignominia, en el cual los dos partidos mayoritarios se han confabulado para instaurar uno de los más vergonzosos pasajes de la historia parlamentaria, donde a leyes esenciales se les cerró el espacio y de manera repudiable se ha buscado modificar otras que sí atentan contra la independencia y la calidad de la investigación en contra de redes criminales incrustadas en el Estado.

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