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Cinco variables que explican si el proceso electoral influirá en la economía de Guatemala

En junio de 2023 se llevarán a cabo las elecciones generales en Guatemala, lo que no debería tener incidencia negativa en la economía, según datos de años electorales anteriores.

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Elecciones generales

En junio se llevarán a cabo las elecciones generales en Guatemala, lo que no debería tener incidencia negativa en la economía. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Una de las percepciones más difundidas en el imaginario público es que la economía de Guatemala tiende a cierta “paralización” durante los procesos electorales. La lógica detrás de esta idea es que, al tener una institucionalidad tan frágil, las elecciones implican gran incertidumbre para los agentes económicos por lo que el consumo se restringe y las inversiones se posponen hasta que exista un panorama más claro de lo que sucederá en el país.

Es innegable que la incertidumbre política influye en las decisiones de los inversionistas. En países en los que existen bolsas de valores desarrolladas y un mercado cambiario extenso, las elecciones pueden implicar la caída en los precios de las acciones o la devaluación del tipo de cambio, si las perspectivas son negativas. Lo contrario ocurriría si las perspectivas son positivas.

En el caso de Guatemala, las bolsas de valores aún son demasiado incipientes y no proveen ninguna información sobre el “ánimo” de los inversionistas, por lo que se debe examinar si efectivamente, la economía cae o se desacelera en los períodos electorales.

Cinco indicadores clave

La variable que tiene más peso dentro de la economía guatemalteca es el consumo, ya que representa el 89% del producto interno bruto (PIB). Lo que se observa en las últimas dos décadas  es que el consumo de los hogares guatemaltecos no tiene un patrón relacionado con las elecciones.

El crecimiento promedio del consumo entre 2002 y 2022 fue de 3.9%, mientras que en los años electorales fue de 4.6%. En ese sentido, la “incertidumbre” de las elecciones no provoca que los hogares restrinjan su gasto.

Este es un resultado bastante congruente con la teoría. A los consumidores no les gusta tener fuertes oscilaciones en su consumo, sino que prefieren que sea relativamente estable en el tiempo. Por otra parte, pareciera que los hogares no anticipan “un apocalipsis” en cada proceso electoral, que les obligue a restringir su consumo.

La otra variable importante es la inversión. La teoría predice que esta es mucho más volátil que el consumo, debido a que reacciona fuertemente a la incertidumbre, entre otros determinantes. Y efectivamente, la inversión en Guatemala ha sido bastante volátil: en el 2009 cayó 13%, mientras que en el 2021 subió 19.8%.

Sin embargo, no parece haber un patrón relacionado con los eventos electorales. Entre 2002 y 2022 la inversión creció 2.8%, mientras que en los años electorales aumentó 3.3%.

Podría argumentarse que en año electoral los gobiernos invierten más en infraestructura para ganar votos, pero la inversión pública es relativamente pequeña comparada con la privada y, por tanto, no tiene un efecto tan significativo.

Si hacemos el análisis sólo de la inversión extranjera directa (IED), podría pensarse que habría una mayor correlación entre elecciones generales y el flujo de ésta, debido a que los inversionistas del exterior serían mucho más cautos que los locales. Lo interesante es que tampoco parece haber una correlación entre ambas variables.

Lo que se observa es una tendencia creciente entre 2008 y 2013, seguido de una propensión a la baja entre 2014 y 2020, que se logró revertir en los últimos dos años. En ese sentido, la IED no parece verse influida por la incertidumbre de los años electorales, sino por factores relacionados con la falta de competitividad del país.

El crédito al sector privado es otra de las variables que podría afectarse por las elecciones. Se esperaría que, ante contextos de incertidumbre, los agentes económicos pospondrían la decisión de endeudarse. Sin embargo, lo que nos muestran los datos de las últimas dos décadas, es que tampoco se ve un patrón de crecimiento ligado a las elecciones. El crédito al sector privado creció 11.7% en promedio entre el 2000 y el 2022, mientras que en los años electorales lo hizo en 13.4%.

Por último, es importante ver el comportamiento de la economía en general, a través del crecimiento del PIB. Como era de esperarse con el análisis de las variables anteriores, la economía de Guatemala parece totalmente “indiferente” ante los procesos electorales.

El crecimiento promedio del PIB entre 2002 y 2022 fue de 3.6%, mientras que en los años electorales fue de 4.2%. Es interesante notar que incluso en el año 2015, cuando las elecciones se desarrollaron en medio de un “terremoto” político, la economía creció 4.1%.

 

Los motivos

Una de las razones que podría explicar este resultado, es que los agentes económicos se acostumbran a “navegar” en entornos de inestabilidad e incertidumbre política, por lo que las elecciones son un tipo de riesgo más.

Las instituciones republicanas y democráticas de Guatemala son bastante endebles, pero la población sabe que es parte de la cotidianidad y por tanto, realiza sus actividades “a pesar” de esa realidad. Incluso los inversionistas extranjeros que vienen al país conocen el tipo de riesgos e incertidumbre que enfrentarán. Es parte de la capacidad de adaptación del ser humano.

En los países que gozan de mayor solidez institucional y que brindan mayores certezas a los ciudadanos, las crisis políticas usualmente sí tienen un impacto en sus economías. Los agentes económicos están acostumbrados a la tranquilidad de sus sistemas, por lo que las crisis políticas les toman por sorpresa y pueden paralizar momentáneamente sus decisiones.

La segunda explicación es sobre el tamaño del Estado. Al ser relativamente pequeño como proporción del PIB, los resultados electorales no afectarían en gran medida el curso de la economía. La mayoría de los ciudadanos guatemaltecos esperan poco o nada del Estado, ya que no hay grandes esquemas de subsidio o de intervenciones como en otros países, lo que hace al Estado en un elemento poco relevante en la marcha de la economía. Es más, la mayoría de las personas realizan sus actividades económicas en la informalidad, al margen de las regulaciones.

Y por supuesto, la variable más importante para explicar la marcha de la economía guatemalteca en los últimos años son las remesas y éstas han crecido sostenidamente hasta representar casi el 20% del PIB, brindando estabilidad macroeconómica y resiliencia a la economía.

Finalmente, ¿Se vería afecta la economía guatemalteca en este proceso electoral? Todo parece indicar que no. Lo más probable es que el PIB crezca alrededor de 3.5% este año, similar al promedio de los últimos veinte años.

En todo caso, las variables más relevantes para explicar la marcha de la economía en el contexto actual son externas y no internas. Para la economía guatemalteca, esta será una elección más. Es parte de su adaptación y resiliencia.