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“Las noticias falsas se transmiten 70% más rápido”: Jaime García, Incae

Investigador hace énfasis en la necesidad de que los gobiernos hagan alianzas para difundir más efectivamente la importancia de vacunarse.

La vacunación se ha visto afectada por la falta de vacunas, pero también porque muchas personas no quieren vacunarse. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La vacunación se ha visto afectada por la falta de vacunas, pero también porque muchas personas no quieren vacunarse. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Jaime García, investigador del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae, Business School), considera fundamental que los gobiernos de la región hagan alianzas para difundir de mejor manera el llamado a vacunarse.

La importancia radica, enfatiza García, en que en países como Guatemala la población es muy proclive a creer en todo lo que se publica en las redes, plataformas en las que a cada hora se difunden miles de noticias falsas, un 70 por ciento más rápido que las noticias verdaderas.

A la par de la pandemia se ha producido un exceso de información sobre el covid-19 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha denominado “infodemia”.

¿Qué es la infodemia y qué relación tiene con la pandemia del covid-19?

Es un término que empezó a hacerse popular a partir de que la OMS anunció su presencia cuando empezó a hablar de la pandemia. Significa una masiva cantidad de información, alguna correcta y otra no, hablando del mismo tema, en este caso del covid-19. ¿Por qué la OMS lo destaca como problema? Porque este exceso de información dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y esto es grave en el contexto actual de que todos podemos generar información y difundirla ya no solo los medios tradicionales.

¿Por qué es riesgoso este exceso de información?

Porque en el caso de que algún gobierno, especialista, doctor o quien quiera buscar información específica sobre el virus, le va a costar trabajo llegar a estas fuentes fidedignas de información que pueda ayudarle a tomar mejores decisiones. Eso solo pensando en el exceso de información, pero a la par se ha hallado en esta infodemia noticias falsas, como remedios falsos, mensajes contra la vacunación, o falsas historias de lo que significa la pandemia.

¿Qué tanta información se difunde hoy en día en las redes sociales?

Según datos generados por la plataforma de datos Statista, en promedio por minuto en el 2020 se generaron 500 horas de video en YouTube, se compartieron 347 mil historias en Instagram y 42 millones de mensajes en WhatsApp, esto hay que multiplicarlo por 60 para saber cuánto se generó en una hora y luego por 24 para tener el dato por día, es una cantidad bastante significativa.

¿Cómo impactan las noticias falsas en los planes de vacunación cuando pareciera que esta es la única forma para vencer a este virus? 

Los países tienen dos grandes retos con sus planes de vacunación, uno es el acceso a las vacunas. Hemos visto que desde que se empezaron a aplicar las vacunas han sido los países de mayores ingresos los que tienen más acceso y ha ocasionado que la región se haya quedado un tanto rezagada. Pero el siguiente reto es convencer a las personas de que las vacunas funcionan y que hay que vacunarse y es aquí donde encontramos que las noticias falsas pueden afectar los procesos de vacunación en la medida que se compartan informaciones no verídicas, relacionadas, por ejemplo, a un falso riesgo de vacunarse, los efectos secundarios y la efectividad de las vacunas, incluso hasta hay historias conspirativas relacionadas con la dominación global.

Recientemente se amplió la vacunación a mayores de 40 años, pero miles no se han registrado. (Foto Prensa Libre: Erick Ávila)

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¿Qué tanto cree nuestros pueblos en estas noticias falsas o teorías?

Por desgracia, cuando revisamos los números de cuanta gente duda de vacunarse a partir de los análisis de datos de Facebook, en Guatemala 21% de la población que tiene acceso a internet no quiere hacerlo, y esto cambia en el país. En Escuintla, uno puede encontrar que hasta una tercera parte de los habitantes duda de hacerlo, y recordemos que, para tener la protección, debemos tener una vacunación arriba del 70%. Y las razones son las mismas, miedos a los efectos, dudas de su eficacia, la creencia de que no necesitan de la vacuna, otros dicen que por el costo de las vacunas y hasta que va en contra de sus creencias religiosas. A esto le sumamos la cantidad de información que llega de todo tipo de personas y sin ningún filtro o validación hace que probablemente hallemos más personas que no se quieran vacunar y esto pone en riesgo que los esfuerzos del país para traer vacunas no sirva para alcanzar la inmunidad de rebaño, la reactivación económica y la vuelta a la normalidad.

¿Hay evidencia de que los países que creen más en las redes sociales estén vacunando menos?

Las noticias falsas no son un fenómeno nuevo, ya se han hecho varios estudios que dicen que estas se transmiten 70% más rápido que las noticias verdaderas y que son las personas quienes las comparten. Algo que hemos estado viendo en la iniciativa de Facebook con The Economist, es que en los países en donde el nivel educativo es más bajo, la población con acceso a internet suele creer más en las noticias falsas y recuérdese de que si yo creo en ellas, es más fácil que las comparta, esto genera una dinámica que puede hacer más grave la duda para vacunarme.

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Para tener una idea, en Costa Rica el 18% de los usuarios de internet son los que confían en el contenido de las redes sociales, en Hondura sube a 32%, en Nicaragua al 34% y en Guatemala casi el 26% confía en la información que les llega por las redes sin hacer ningún tipo de verificación.

Guatemala es uno de los países con peores estadísticas de vacunación contra la pandemia. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

¿Por qué las personas suelen compartir más las informaciones falsas?

Es que existe lo que se llaman sesgos cognitivos, fenómeno que ha sido investigado por mucho tiempo por el premio Nobel de economía, Daniel Kahneman, que buscan tratar de identificar esos atajos mentales y racionales. Hay una parte del cerebro que recurre a los sesgos cognitivos para tomar decisiones rápido. Por ejemplo, si alguien de mi grupo cercano me da una noticia, independientemente de si es falsa o no, mi primera reacción probablemente sea creerla, porque viene de una fuente confiable, si viene de mi familia o de mis amigos también lo creo y eso hace que tomemos decisiones basadas en instintos y estos no necesariamente suelen estar alineados con la ciencia.

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También está relacionado con la calidad del sistema educativo porque, cuando estos trabajan en la generación de estudiantes que sean críticos de las noticias y de la información, se puede generar duda de los contenidos.

¿Ante esta avalancha de desinformación y noticias falsas cómo deben actuar los gobiernos?

Claramente el Gobierno tiene que hacerlo —transmitir el mensaje—, pero por desgracia muchas de las respuestas que dan estos estudios es que la gente no confía en el Gobierno y eso es por una cuestión de contexto e historia. Pero eso no significa que tienen que dejar de comunicar, lo importante es tratar de revisar alianzas con instituciones y organismos donde estemos todos de acuerdo con el mensaje que es vacunarse y podamos tener múltiples voceros enfocados en diferentes grupos objetivos.

¿Quiénes pueden ser estos voceros?

En Costa Rica hemos trabajado Gobierno y academia juntos, por ejemplo, con la iglesia católica para que ayude a difundir el mensaje entre sus fieles de que la vacunación es un paso necesario. Hemos recurrido a equipos de futbol par que el mensaje llegue a la población joven que normalmente no está atenta a la información del Gobierno, asimismo empresas privadas para que puedan posicionar el mensaje. También se necesita un apalancamiento fuerte con los medios de comunicación tradicionales que ahora pueden mostrar ese valor diferenciador que tienen.

La mayoría de las vacunas que ha recibido Guatemala han sido donadas. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

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