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El voto antisistema: Las lecciones que Honduras le deja a los partidos políticos en Guatemala

Las pasadas elecciones en Honduras y las anteriores, en Nicaragua, se deben entender como una lección para la clase política de Guatemala, que comienza un ciclo preelectoral.

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Simpatizantes de Xiomara Castro celebran la virtual victoria presidencial que pone fin a una década dominada por el Partido Nacional. (Foto Prensa Libre: AFP)

Simpatizantes de Xiomara Castro celebran la virtual victoria presidencial que pone fin a una década dominada por el Partido Nacional. (Foto Prensa Libre: AFP)

La decisión de los hondureños de elegir a como Presidente de la República a Xiomara Castro, quien se proclama de izquierda, evidencia el hartazgo de los ciudadanos hacia los políticos tradicionales que han ejercido el poder durante las últimas décadas y que durante ese lapso no han satisfecho las necesidades de sus electores, pues todo ha quedado en ofrecimientos de campaña.

Estos resultados muestran la decisión de los hondureños de dar un giro de 180 grados y “experimentar algo nuevo”, para lo cual se decantaron por una candidata de izquierda que ofrece concretar grandes transformaciones, incluso con reformar la Constitución Política, para lo cual también tendrá que ganar el Congreso de la República o articular esfuerzos con políticos afines.

Viables o no los proyectos, las elecciones catrachas dejan una lección para los políticos de los desgastados partidos tradicionales de Guatemala que han ejercido el poder durante los últimos años y que, incluso han cooptado las instituciones del Estado, con el objetivo de asegurarse nuevos periodos del gobierno, “pero han olvidado que al final la población decide en las urnas”.

De acuerdo con analistas políticos consultados por Prensa Libre, la mayoría de los hondureños podrían haber votado por la señora Castro no porque sea de izquierda o “comunista” como la han tachado, sino porque simplemente durante los últimos once años que ha ejercido el poder el derechista Partido Nacional (PN) sus problemas no han sido resueltos, por lo que decidieron jugarse la vida votando por la candidata que ofrece cambios radicales.

Así también, los expertos consultados dicen que los resultados de este 28 de noviembre deben llamar la atención de los dirigentes políticos que actualmente mantienen una alianza para gobernar el país, pues Guatemala se encuentra cercada por naciones que han desterrado a los grupos conservadores. Desde el norte con México pasando por El Salvador, Nicaragua y a partir de enero, Honduras.

En este mismo contexto, los analistas expresan que, de acuerdo al plan de Gobierno de la presidenta electa de Honduras, esta buscará tener acercamientos con China de la misma manera que ya lo han hecho El Salvador, Nicaragua y Costa Rica por intereses geopolíticos y Guatemala se quedará sola con su apoyo a Taiwán.

Castro pregona un “socialismo democrático” y propone despenalizar el aborto, reducir las comisiones que cobran los bancos a los receptores de remesas, crear una comisión internacional contra la corrupción con apoyo de la ONU -similar a la extinta Cicig de Guatemala- y la derogación de una serie de leyes adoptadas en los últimos años.

Algunos expertos en Geopolítica también consideran que dado el clima político que viven actualmente los gobiernos de los países del Triángulo Norte más Nicaragua con Estados Unidos, el gigante del norte podría buscar un mayor acercamiento con la futura presidenta Castro y convertirla en su interlocutora con la región, papel que en teoría pudo venir ejerciendo Alejandro Giammattei.

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El exdiplomático y experto en Geopolítica Luis Padilla, opina que el nuevo interlocutor de Estados Unidos con los cuatro países subdesarrollados del norte de Centroamérica podría ser la señora Castro, papel que pudo haber ejercido el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei, pero que debido al ataque que han sufrido jueces, fiscales y periodistas que luchan contra la impunidad, mantiene molesto al gobierno de Joe Biden.

A raíz de estos hechos y la nominación de la Fiscal General y Jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras como persona corrupta, el gobierno estadounidense no considera como socio a Guatemala, muestra de ello es que no invitó al país a la Cumbre por la Democracia que se llevará a cabo el 9 y 10 de diciembre. Tampoco fueron invitados Honduras, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia y Haití.

Que no hayan invitado a Guatemala a esa cumbre “es gravísimo, pues estamos en la lista negra, incluida la señora del MP, nos consideran corruptos, por eso la llegada de la señora Castro, podría  abrir la puerta geopolítica a la región”, afirma Padilla.

La victoria de Castro probablemente desatará una lucha entre las fuerzas conservadoras y el nuevo gobierno de izquierda, sobre todo en la lucha contra la corrupción, por lo que sus oponentes, entre ellos el PN del actual presidente Juan Orlando Hernández, formarán coaliciones a fin de bloquear sus reformas, particularmente las que amenazan los intereses personales e institucionales de los miembros involucrados.

Planilla que se utilizó el pasado domingo 28 de noviembre para elegir a los diputados del Congreso de Honduras. (Foto Prensa Libre: EFE)

Con las luces prendidas hacia Honduras

El director regional para América Latina y el Caribe en el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), Daniel Zovatto, opina que Estados Unidos (EE. UU) podría tener mucho interés en “reiniciar, como una especie de GPS, sus relaciones con Honduras cuando la señora Castro asuma el mando en Honduras”, luego de mantener tirante la comunicación con el actual presidente Juan Orlando Hernández.

Zovatto dice que el presidente Biden puede reiniciar las relaciones con Castro en un plan basado en el respeto mutuo y una agenda común, cosa que no tiene con El Salvador porque, incluso, la encargada de negocios de la Embajada en ese país se acaba de marchar alegando que con ese gobierno -Bukele- no se puede trabajar. Tampoco se mantiene una buena relación con Guatemala por el deterioro de la justicia, los niveles de corrupción y el acoso a los medios de comunicación, similar a lo que ocurre en Nicaragua, El Salvador.

Los roces con el gobierno de Honduras se registraron durante la era republicana de Donald Trump y los primeros meses de Joe Biden, raíz de que el hermano el presidente catracho Tony Hernández fue condenado a cadena perpetua y por narcotráfico en Estados Unidos y consecuencia el dedo acusador se extendió a Juan Orlando, sindicaciones, que por supuesto, siempre ha negado.

El director de IDEA prevé que Estados Unidos buscará restablecer una buena relación con Castro que permita sostener una fuerte lucha contra la corrupción y la migración, así como fortalecer la institucionalidad democrática. “Creo que EE. UU no va a tener problemas como sí lo ha tenido con los últimos gobiernos”.

Zovatto resalta que el triunfo de la izquierda en Honduras “es un voto de castigo” hacia los últimos tres gobiernos continuos que ejerció el derechista PN y que tiene como origen la crisis desatada durante el golpe de Estado del 2009 al líder del Partido Liberal Manuel Zelaya -esposo de la nueva presidenta- y que se saldó con la elección de Porfirio Lobo (presidente 2010-2014) y luego los dos periodos cuestionados de Hernández, incluida la reelección del 2017.

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En Guatemala no se puede registrar un voto de castigo hacia un partido político, en un contexto real, porque aquí no existen organizaciones ideológicas formales como sí sucede en El Salvador y Honduras. En el país el voto de rechazo se puede registrar, pero en contra de políticos que periódicamente arman un partido para sobrevivir en cargos públicos y desde ahí ejercer poder y corromper las instituciones.

“En Honduras siempre existió un sistema bipartidista donde ejercían gobierno los liberales y después de los nacionales, cosa que en Guatemala nunca existió, porque ningún partido regresó ni repitió, desde el presidente Vinicio Cerezo (1986). De hecho, en este país no existe un sistema de partidos, solo hay personas que tienen una estructura de poder a su alrededor”, dice Sovatto.

“La fragilidad de los partidos políticos guatemaltecos es mucho más grave que la que tiene Honduras y en El Salvador, pues en este últimamente alternaba Arena y el FMLN, pero vino Nayib Bukele y aprovechó el deterioro de los partidos y ganó, pero Bukele no es un partido es él, que un día dice que es un dictador y otro que es un partido, es un liderazgo excesivamente personalizado.

Xiomara Castro se ha declarado ganadora de las elecciones presidenciales de Honduras y se identifica con la ideología de izquierda. (Foto Prensa Libre: EFE)

Puede surgir un voto antisistema

El exembajador estadounidense en Guatemala, Stephen McFarland, opina que, si bien nuestro país y Honduras son diferentes, existen algunas similitudes como la ruralidad y la tradición conservadora, por lo que lo ocurrido en las elecciones del domingo 28 de noviembre puede repetirse en Guatemala.

“Cuando un partido -en el gobierno- no administra bien a un pueblo y da rienda suelta a la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado es posible que surja otro movimiento como el de Honduras que consiga que la gente emita un voto casi antisistema. Es un ejemplo de lo que puede pasar”, advierte el diplomático jubilado.

Los abusos que cometen los políticos contra el bienestar de la población cuando ejercen cargos de elección popular o designados por los altos funcionarios despiertan la furia de los votantes quienes se resignan con estoicismo a no recibir beneficios, pero cuando llega el momento de las elecciones emiten votos rebeldes que favorecen, muchas veces, en favor de líderes populistas emergentes que aprovechan las frustraciones del pueblo.

Uno de estos casos fue el de Nayib Bukele en El Salvador, quien, según McFarland ganó de manera holgada y democráticamente en El Salvador. “Él representa un sentimiento cristalizado antisistema en un país donde hasta el FMLN mantuvo el dólar como moneda y se llevó bien con los empresarios y el Ejercito, pero aun así surgió un voto antisistema. La lección es que el pueblo tiene necesidades y los gobiernos tienen que cumplir lo que prometieron”, asienta.

El diplomático retirado expresa que el triunfo electoral y en un marco democrático de la señora Castro, sería tomado muy en cuenta por el gobierno de Biden, pues Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, “tienen serios desafíos con respecto al autoritarismo y la corrupción y, la mejor manera de cambiarlos, es a través de procesos democráticos electorales y efectuando reformas para tratar de reducir la corrupción, mejorar la oferta de empleo para tratar de reducir la migración hacia los Estados Unidos y darle a la gente algo en que creer”.

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En el caso específico de la relación con Guatemala, el diplomático estadounidense considera que no habrá mayores cambios en los intereses y objetivos de la relación bilateral. “Guatemala tiene problemas muy serios de corrupción enquistado en el sistema político, pero creo que Estados Unidos tiene que tratar de ver cómo puede apoyar los procesos que reduzcan la corrupción y -reducir- la necesidad de la gente de migrar como una solución a sus necesidades”.

Además, de los efectos geopolíticos regionales de las elecciones hondureñas, McFarland resalta también que son importantes para los países del norte de Centroamérica que se efectúen elecciones transparentes y pacíficas, sin persecución de líderes opositores, como sucedió en Nicaragua. “Ese interés era tan grande que Estados Unidos envió al Secretario Adjunto de Estado para el Hemisferio Occidental Brian A. Nichols, a una visita oficial a ese país, para enfatizar el mensaje de la necesidad de un proceso limpio y transparente”, comenta.

Durante su estadía en Honduras Nichols dijo: Los Estados Unidos no tienen preferencia por ningún candidato o partido. Nos mantenemos imparciales en esta contienda. Los votantes hondureños deben elegir a los candidatos que creen les representaran mejor en el gobierno. Los Estados Unidos apoyan el proceso de las elecciones, no ningún candidato en particular”.

Población expresó que el rumbo iba equivocado

Alberto Mora Román, coordinador del Informe Estado de la Región, califica como positiva la forma en que se llevó a cabo la elección presidencial en Honduras, pues en el Triángulo Norte se mantenía un ambiente de incertidumbre luego de lo ocurrido en Nicaragua. “Honduras podía agudizar las crisis regionales y por supuesto situaciones más complejas de las que tenemos en el ámbito de la democracia y de derechos humanos”.

Mora relata que a principios del 2021 realizaron una encuesta a nivel centroamericano para determinar el impacto de la pandemia de Covid-19 y el resultado en Honduras fue que el 86 por ciento de la población expresó que el rumbo del país era equivocado, por lo que “creo que estos resultados electorales -el triunfo de Xiomara Castro- confirman ese descontento que la población había venido teniendo con el gobierno”.

El investigador resalta que los estudios efectuados por el Informe Estado de la Región, evidencian que Honduras -al igual que Guatemala- es uno de los países de la región donde la institucionalidad del Estado es más débil y tiene menores capacidades para la implementación de políticas públicas básicas en las áreas de salud, educación y seguridad.

“Además, las libertades y derechos ciudadanos se han visto seriamente amenazados y violados durante los últimos años, lo cual está documentado en distintos informes internacionales y de organizaciones locales -de Honduras- que trabajan con población migrante, derechos humanos y temas ambientales”.

Nasry Azfura es el actual alcalde de Tegucigalpa y competía por la presidencia de Honduras por el oficialista Partido Nacional (Foto Prensa Libre: EFE)

En cuanto al hecho de que Castro y su partido Libre se considere un triunfo de la izquierda, Mora opina que “esas nociones de izquierda y derecha son absolutamente insuficientes para entender la situación política e institucional de nuestros países, por la enorme debilidad que tienen los sistemas y los partidos en la región centroamericana.

“Se debe partir de que los partidos políticos que se presentan a las elecciones no logran sobrevivir a un periodo electoral, son como una maquinaria que se construye y activa para la elección y una vez que se llevan a cabo los procesos pocos de ellos tienen capacidad para mantenerse activos como instituciones que logren canalizar expectativas, discusiones en los asuntos de interés público y tener arraigo dentro de la población”.

A criterio de Mora en la región no hay partidos que tengan una posición ideológica y clara, lo cual se ve con el transfuguismo, lo cual tiene que ver con el hecho de que los diputados que son elegidos por determinado partido político, pocas semanas después de tomar el cargo, abandonan la bancada que los llevo al Congreso y se declaran independientes, entonces, ¿qué orientación política ideológica pueden tener personas que renuncian al partido político que los llevo a ese cargo?, cuestiona,

“Con lo anterior lo que quiero decir es que más allá del antecedente o la etiqueta que le podamos dar a determinado partido político, la clave es analizar las propuestas, los planes de gobierno y cuáles son las acciones que emprenderán los gobiernos en relación con las prioridades y necesidades de intervención pública que tenga el país.

No va a pasar nada

El analista político e integracionista centroamericano, Alfredo Trinidad Trinidad, considera que la elección de la señora Castro como futura presidenta de Honduras “no cambia en nada” el panorama político de Guatemala en relación a Estados Unidos y la región centroamericana. “No traerá roces en el Triángulo Norte porque siempre ha habido una buena relación entre los tres países independiente del partido que gane”.

Según Trinidad, a Estados Unidos solo le interesa su economía, por lo que nunca se va pelear con nadie en tanto tenga su mercado satisfecho porque no son ideológicos, “aunque hay mayor sensibilidad y flexibilidad por parte de Biden, en relación Donald Trump”.