Revista D

¿Qué es y para qué sirve el Mariguanol?

Cuidado, porque la supuesta cura podría ser peor que la enfermedad.

Este compuesto no cuenta con los permisos necesarios para ser considerado un medicamento. (Foto Prensa Libre: Áxel Vicente)<br _mce_bogus="1"/>

Este compuesto no cuenta con los permisos necesarios para ser considerado un medicamento. (Foto Prensa Libre: Áxel Vicente)

En los sectores más concurridos de la zona 1 es fácil encontrar a vendedores ambulantes que ofrecen fórmulas milagrosas, según dicen,  para curar una gran  cantidad de enfermedades. 

“Mariguanol, Mariguanol, Mariguanol”, grita uno de ellos por ahí, en la 9a. avenida y 18 calle.

Ese mejunje se ha hecho popular en los últimos años. Me quedo con la curiosidad de saber para qué sirve.

Otro día vi a dos jóvenes en una de las esquinas del Mercado Central. En  una pequeña mesa de madera tenían una serie de pomadas, entre ellas el Mariguanol.

—¿Esto para qué sirve? —pregunté.

—Para aliviar el reumatismo o la artritis, o para tratar dolores de tipo muscular —responde uno de ellos, procurando ser convincente.

 De inmediato, vuelve la mirada hacia su compañero, que tiene una sonrisa cómplice.

 —¿De verdad funciona?—

—¡A ley!  —exclama.

Le compré uno, a Q10.

En la etiqueta dice que es un “bálsamo extrafuerte”, producido a base de extracto de marihuana, pino, eucalipto, mentol, alcanfor y salicilato.

Carece, además, de licencia sanitaria, la cual debe tener todo medicamento autorizado por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.

“Dicho registro da certeza al consumidor de que el fármaco que tiene en sus manos no dañará su salud”, indica Gustavo Barillas,  vocero de Salud. “El Mariguanol es un producto placebo e ilegal”, afirma.

Ni los naturópatas están de acuerdo con la venta de estos artículos. “Conozco el poder medicinal de las plantas, pero solo un experto los puede proporcionar”, refiere Aldo Chang, quien se dedica a la medicina alternativa.

Pero la gente, por la necesidad de curarse, llega a creer en cualquier cosa. Precisamente de eso —de la desesperación e ignorancia de los enfermos— lucran los merolicos.

Estos se suben a los autobuses y sueltan una gran verba para vender, por ejemplo, “uña de gato” traída de las selvas de Perú o crema de víbora para tratar las manchas de la piel.

“Hay que tener cuidado, porque la supuesta cura podría ser peor que la enfermedad”, advierte Chang.

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