A muchos sorprende, sin embargo, que en esta región haya sitios llenos de verdor. Uno de estos es el Belén Vivero Café, a 15 minutos del casco central de Esquipulas, cerca del sitio conocido como la Piedra de los Compadres.
Es ideal para descansar o para celebrar eventos sociales. Hay tres motivos principales. Primero, abunda el silencio. Segundo, los salones son amplios —tienen capacidad de hasta cien personas—. Tercero, la frescura. Esta última característica, gracias a la gran diversidad de plantas.
Estas cualidades se aprecian desde la entrada, pues una alta y frondosa arboleda da la bienvenida. De las ramas, a la vez, cae una refrescante llovizna artificial, ya que tiene instalado un novedoso sistema de riego.
El Belén Vivero Café está rodeado de ceibas, amates, araucarias, moringas y pacayales. También hay árboles de naranja, limón, banano y maracuyá. Para agradar la vista aún más, completan la imagen las bonitas hortencias y buganvilias.
Pero el café, junto con el bambú, son los mayores atractivos. “Sembramos catuaí rojo”, indica Marcos Moreno, su propietario.
En cuanto al bambú, se han sembrado hasta 10 variedades, con las cuales, después de tratarlas, se hacen artesanías. Entre esos subproductos están los faroles, las escaleras, sillas, lámparas y macetas.
“El bambú es muy fuerte; de hecho, es una alternativa para construir casas”, afirma Moreno.
Aventureros
En el proyecto, los visitantes pueden caminar por extensos senderos con el sonido de un riachuelo que se encuentra al fondo, cuyas aguas son cristalinas y frías.
De regreso, después de la caminata, se puede almorzar en el restaurante, que tiene como especialidades el caldo de gallina, pescado y churrascos.
“En el futuro próximo —refiere Moreno— vamos a construir cabañas”. De momento, existe la posibilidad de acampar.
“Este sitio es ideal para quitarse el estrés diario”, comenta el propietario.