Revista D

El devoto de Jesús de la Caída

Manuel Antonio Ramírez Crocker dejó un legado de casi 40 composiciones sacras. Este año se conmemora el centenario de su nacimiento.

Varias de sus marchas son las oficiales de las procesiones de Semana Santa. (Fotos: Cortesía de la familia Ramírez Barillas).

Varias de sus marchas son las oficiales de las procesiones de Semana Santa. (Fotos: Cortesía de la familia Ramírez Barillas).

“Jesús de San Bartolo y Cruzados de Cristo fueron sus preferidas”, recuerda Manuel Ramírez Barillas, nieto del músico y director Manuel Antonio Ramírez Crocker.
La primera melodía es la oficial que el quinto domingo de Cuaresma (2 de abril), marca el inicio del recorrido de Jesús de La Caída del templo de la aldea San Bartolomé Becerra, en las calles de La Antigua Guatemala. La segunda se interpreta el Viernes Santo; fue escrita para la Hermandad de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios y es la emblemática del cortejo de su Cristo Yacente.
“Mi abuelo no perteneció a ninguna hermandad pero participó en varias de las procesiones dirigiendo sus bandas, tanto en la Antigua como en la capital. Lo hizo desde que se jubiló, a mitad de la década de 1960, hasta finales de la siguiente. Sus últimas creaciones documentadas datan de 1976”.
Ramírez Crocker comenzó, cerca de 1950, a organizar y dirigir bandas en las procesiones de Semana Santa en la ciudad colonial, con el cortejo del Viernes Santo de la Escuela de Cristo. Grabó dos LP con temas propios, aunque colaboró en muchos más.
 

Formación

Nació el 30 de abril de 1917, en la finca El Guayabo, municipio de Villa Canales. “Fue algo circunstancial pues en esa época mi bisabuela, quien era maestra, daba clases en el lugar. Las raíces de su familia son antigüeñas”, explica Ramírez Barillas y cuenta que fue ella quien lo motivó a formarse como músico con los militares, en el Cuartel de Matamoros, a donde ingresó el 2 de enero de 1927. Su instrucción la comenzó en la Banda del Batallón Guardia de Honor.
Su trayectoria no se limitó a los años que siguieron a su retiro de la Escuela de Músicos Militares, a la que ingresó a los 13 años. Llegó a dicha institución cuando se llamaba Escuela de Substitutos, un anexo de la Banda Marcial.
El 10 de julio de 1931 formó parte, como fundador, de la Banda Militar del Fuerte de Matamoros, en donde permaneció hasta 1944, al ser nombrado director de la Banda de Música de Puerto Barrios. En agosto de 1945 llegó con el mismo cargo a la Banda de Música de la Tercera Zona Militar, con sede en Jalapa  que posteriormente fue trasladada a Jutiapa. En ese departamento permaneció hasta el 1 de abril de 1949, cuando tomó el cargo de director de la Banda de Música de la Escuela Politécnica y desempeñó esa responsabilidad hasta agosto de 1964, año en que se jubiló del Ejército.
Ramírez Crocker se casó en 1938 con María Amparo Nicolle Mencos, su matrimonio duró 60 años y procrearon seis hijos. 
De 1953 a 1960 fue maestro de Música en el Centro Educativo Asistencial, conocido luego como Hospicio Nacional. “Muchos de sus estudiantes integraron las bandas de las procesiones, ocupando, además, puestos de solistas en la Banda Sinfónica Marcial y en la Orquesta Sinfónica Nacional”, indica su nieto.
Al retirarse del Ejército, casi con 50 años, obtuvo el título de Perito Contador en la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales y comenzó una segunda etapa de vida profesional, llevando la contabilidad a varias empresas, actividad que desarrolló hasta poco antes de fallecer, el 16 de noviembre de 1998.
 

Poeta

Antes de dedicarse a la composición escribió poesía, sus versos exaltaron a la patria con fervor cívico. Con sus versos ganó algunos galardones, como el concurso literario de la feria departamental de Jutiapa, en 1947, con Canto a Jutiapa, o el certamen Intermilitar Permanente, en el que obtuvo el tercer puesto con sus poemas Los cadetes y Escuela Politécnica.
El descendiente del músico cuenta que le gustaba jugar ajedrez y que destacó en un subcampeonato militar en dos ocasiones. En otra oportunidad, ganó el primer lugar en el encuentro que tuvo lugar, en 1987, por el aniversario de la Sociedad de Auxilios Mutuos del Comercio de Guatemala.
 

Marchas

Además de su repertorio sacro, Ramírez Crocker compuso otros géneros destacando la letra y música de himnos de varias instituciones, como el de la Asociación Guatemalteca de Autores y Compositores (Agayc), de la Sociedad de Auxilios Mutuos del Comercio de Guatemala y de la Corporación de Contadores de Guatemala. Figuran también arreglos para equipos deportivos y temas populares como Madrecita, Ticaribal, Mazateca, Linda sampedrana, Negra del alma y Mujeres y rosas.
Pero es por su obra sacra como más se le recuerda. Muchas de sus piezas son las marchas oficiales de imágenes que salen en procesión. Aparte de Jesús de San Bartolo y Cruzados de Cristo se pueden mencionar a Jesús Nazareno del Perdón, de la Hermandad de San Francisco El Grande;  Cristo Yacente de San Felipe, a  la imagen de dicho templo; Cardos y azucenas, dedicada a la Virgen de Dolores de la Escuela de Cristo; Escuadrón de Romanos, al cuerpo de cargadores  de Jesús de San Bartolo; Siervos del Cristo del Amor, para  la Hermandad de Santo Domingo y Jesús de la Humildad, al Nazareno de San Cristóbal El Bajo.
La sombra del divino Nazareno, inspirada en la sombra que le proporcionó la imagen del Nazareno de La Merced de Antigua Guatemala, durante una procesión del Viernes Santo. Destacan también Duelo y llanto y Venerable siervo de Dios, dedicadas al Santo Hermano Pedro, así como Un milagro te pido Señor, que en 1974 ofrendó  al Señor de Esquipulas, en rogativa por la salud de una de sus hijas enferma de cáncer. “La Semana Santa de ese año la estrenó en uno de los cortejos antigüeños. Fue una de las últimas melodías que compuso”, recuerda Ramírez Barillas.

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