Por muchos años residió en Costa Rica, debido a que trabajó durante 25 años en la Universidad Nacional de Costa Rica, donde ocupó distintos cargos, desde fundador de la Facultad de Economía, director ejecutivo del Ministerio de Cooperativas hasta asesor parlamentario.
Todo este bagaje le ha permitido escribir ocho libros especializados, tales como Guatemala: Reforma Agraria, El universo cafetalero y La Máscara de Tekum, entre otros. “La Historia —insiste— es la madre de las ciencias”.
A continuación, la síntesis de una conversación on este académico, que perteneció a la generación que inició el levantamiento armado en la década de 1960-1970.
¿Cómo ha fusionado la Economía y la Sociología?
Al concluir mis estudios de Sociología me di cuenta de que me hacía falta algo más en qué apoyar estos conocimientos. Fue entonces cuando me percaté de que otra parte fundamental era la Economía y también el Derecho, carrera que, lastimosamente, no estudié. Considero que todas las personas deberían tener conocimiento de algunos principios de Derecho, porque todas las sociedades se basan en lo que dice la Constitución y las leyes, pero casi todos lo ignoramos.
Soy de la opinión de que los jóvenes de secundaria deberían recibir cursos de principios de Derecho, sobre todo de Derecho Público, que es lo que más afecta a los ciudadanos.
¿Cree usted que ese desconocimiento ha creado el tipo de sociedad que tenemos, pues ignoramos nuestros derechos y obligaciones?
Ese es justamente uno de los grandes problemas del país. A pesar de que existen algunas buenas leyes, la gente las desconoce, tampoco se aplican y si uno lucha porque se cumplan, se enfrenta con una serie de dificultades que hacen que al final de cuentas no se ejerzan. Por ejemplo, yo he visto casos de empleadas de casa que trabajan cinco o seis años y por lo tanto tienen derecho a cierta cantidad de dinero al momento de retirarse, pero los patrones rehúyen pagarles y entonces ellas recurren al Ministerio de Trabajo, y allí se vuelve un proceso tan engorroso que sale más caro seguir el proceso que lo que van a cobrar como indemnización.
Pero también esa falta de conocimiento genera anarquía, al desconocer las obligaciones.
Así es. En Costa Rica una vez unos estudiantes de secundaria tuvieron cierto problema con un profesor, entonces se reunieron en un restaurante y en una servilleta redactaron la denuncia para presentarla a la Sala Cuarta, que aquí equivale a la Corte de Constitucionalidad, debido a que les estaban mancillando sus derechos. El tribunal le dio trámite y al profesor lo expulsaron. Lo que quiero resaltar de este caso es que el procedimiento no fue engorroso.
Aquí no sucede lo mismo, por eso es que existe tanta impunidad. El chapín trasgrede las leyes porque es la única manera de desahogarse. Entonces, como no se aplican, la gente se pasa los semáforos en rojo, se atraviesa las calles, insulta a otros, entre otras cosas.
Algo recurrente son las protestas callejeras y en carreteras, donde un grupo dice hacer valer sus derechos trasgrediendo los de otros.
Es parte de toda esta mecánica, pero ¿por qué sucede? Porque no los escuchan o porque los escuchan y no sucede nada, entonces en algún momento la gente dice: “Tengo que tomar otras medidas”, para que efectivamente los escuchen. Es entonces cuando principian a trasgredir otros derechos, pero ¿dónde está la primera trasgresión de derechos? Cuando a ellos no les hacen caso sobre las cosas que pretenden que se solucionen. Uno es consecuencia de lo otro.
¿Quiere decir que en este país todo debe conseguirse por la fuerza?
Lamentablemente, así es. Aquí todo se consigue de esa manera.
Usted escribió un estudio relacionado con la Reforma Agraria ¿Cuáles son sus planteamientos?
Es un estudio sobre los mecanismos de esta reforma para convertir a este país feudal en uno con un capitalismo más o menos desarrollado, que era el planteamiento de Jacobo Árbenz y que no tenía nada de comunismo ni socialismo. Sencillamente buscaba crear un mercado interno como ha sucedido en Japón, Taiwán y otros países donde iniciaron una reforma agraria para sacar a la gente del campo, elevar los salarios, crear industria, desarrollar un mercado interno y comenzar el desarrollo tecnológico. Toda esa masa campesina es una masa que no consume artículos industriales en grandes cantidades que permita desarrollar la industria interna, debido a que consume solo para sobrevivir.
Entre sus escritos también figura uno que niega la existencia de Tecún Umán. ¿Este personaje es un mito?
Es una leyenda que no tiene asidero histórico en ninguna de las fuentes del país. Con este mito evitaron elevar realmente a la categoría de héroes a los verdaderos. Uno de ellos es Kaibil Balam —cacique de los mames—, a quien relativizaron con eso de los kaibiles —del Ejército—, pero la historia verdadera de Kaibil nunca la han contado. Lo mismo sucede con el héroe cakchiquel Kaji’imox, que dirigió la guerra durante 10 años contra los españoles y los expulsó de su territorio, y de último lo capturaron de manera engañosa, ya que habían firmado un pacto del fin de la guerra, porque ya estaban cansados ambos bandos.
Entonces, ¿de dónde sale la leyenda de Tecún Umán?
Surge del Baile de la Conquista, que es una transposición del de Moros y Cristianos español, y que aquí adaptaron los conquistadores tomando como personajes a Pedro de Alvarado y al ficticio Tecún Umán. En este drama teatral ocurre un enfrentamiento personal entre estos dos personajes y de allí lo trasladan como si hubiera sucedido en realidad, cuando simplemente el baile pretendía decirles a los indígenas que sus dioses no eran tan poderosos como los cristianos y que por lo tanto tenían que adoptar la religión católica, y al hacerlo tenían que renunciar a sus dioses y a su cultura, fundamentalmente.