¿Por qué lunfardo?
Se cree que el primer verso en lunfardo fue este: “Estando en el bolín polizando / se presentó el mayorengo / a portarllo en cana vengo / su mina lo ha delatado”. Se publicó en 1879 en el diario La Nación, firmado por Benigno Lugones, un policía que en sus escritos reproducía la forma de hablar en las comisarías.
Un año antes, en La Prensa, un reportaje titulado El dialecto de los ladrones, relataba que en Buenos Aires había surgido una nueva forma de hablar.
El texto incluía 29 palabras de esa jerga y sus significados. Entre ellas estaba “lunfardo”. Quería decir ladrón.
El habla que caracteriza a los bonaerenses, como se explicó antes, nació en los barrios bajos de aquella capital, así como en las estaciones de policía y en los conventillos (vecindarios) donde iban a vivir los inmigrantes, a finales del siglo XIX y principios del XX. “A Buenos Aires llegaron muchos genoveses, piamonteses y también algunos lombardos”, explica Otilia da Veiga, de la Academia Porteña del Lunfardo, citada por el diario Clarín. “En Lombardía había muchos banqueros y prestamistas; tales oficios, para los argentinos, es lo mismo que decir ladrón”, prosigue.
Luego, la palabra derivó a lumbardo y posteriormente a lunfardo.
¿Cuál es la conexión entre esa jerga y los ladrones? Sucede que los delincuentes de la época empezaron a hablar diferente dentro de las cárceles para que las autoridades no los entendieran. Luego, los policías adoptaron las nuevas palabras.
Por supuesto, de las calles surgieron otras nuevas y todo se fusionó. Surgió así el habla del pueblo, de la barriada. De los porteños. De los bonaerenses. Primero en los estratos bajos y medios. Después se incluyó en el tango y, a través de él, se contagió entre los ricos.
Hoy, todos los argentinos emplean términos lunfardos.
En 1990 se sabía de la existencia de unas tres mil 590 palabras de ese tipo. En el 2004, el Novísimo diccionario de lunfardo incluía cinco mil 301. Hoy se cree que existen más de seis mil.
Sin embargo, como dice Sampayo, muchas están en desuso. Otras, incluso, cambian de significado. Pero hay que dejar claro que este no es un idioma, porque no se podría hablar exclusivamente “en lunfardo”. Como dice Veiga, “es solo un aire”.
Hoy, el lunfardo sigue enriqueciéndose incluso con extranjerismos como “chatear”, o bien, con términos surgidos por cuestiones políticas (de ahí, el famoso “cacerolazo”). También por la influencia del rock y la cumbia, que tanto gustan en la Argentina.
Tal como dice el lema de la Academia Porteña del Lunfardo, “el pueblo agranda el idioma”. ¡Vihte!
Algunos lunfardismos
En Buenos Aires, a los buses se les llaman bondi, un chapa es un loco, un bardo es un problema de difícil solución, un tacho es un taxi, y si te pasás de copas, te ponés mamado.