Revista D

Los secretos de un buen vino 

El mejor no es el más caro, sino el que se comparte.

Esta bebida es elegante y romántica, fina y sensual. “Donde no hay vino, no hay amor”, decía el poeta griego Eurípides. “El vino siembra poesía en los corazones”, aseguraba el escritor Dante Alighieri.

Pero, ¿cómo saber qué vino elegir, según la ocasión o la comida que se degustará? Bueno, la respuesta a esto es amplia. Es una ciencia. Un arte. Se llama enología.

El sommelier Paul Pinto, de la Vinoteca, revela los puntos básicos para evaluar la calidad de esta bebida y brinda consejos para seleccionar el adecuado. “En cualquier caso, debe consumirse con moderación”, advierte.

¿Qué es el vino?

Para definirlo de forma simple, es jugo de uva fermentado. Se obtiene de la especie Vitis vinífera.

Los tipos

Entre las tantas opciones que se ofrecen en una vinatería, ¿cuál llevarse? Primero hay que saber que existen tres tipos: los de mesa —que pueden ser tintos, blancos o rosados—, los espumantes —el más conocido es el champán, que se produce en Champagne, Francia— y los de postre —el Oporto o el Jerez, por ejemplo—.

Como un buen catador

Al probar un vino se evalúan distintas características. Se empieza con el color. En el caso de los tintos, los “jóvenes” tienen una coloración violácea; los más añejos son terracota. Los blancos, en cambio, con el tiempo pasan de amarillentos a ámbar. 

La estela

Luego se evalúa la densidad del vino. Esto se observa a través de la estela que queda en la copa luego de hacer con ella movimientos circulares. Entre más denso, más alto es su índice de alcohol. A esto se le conoce como “cuerpo”.

Aromas

Olfatear el vino permite una mejor experiencia en su degustación. Hay que sentir sus notas a madera, frutas caramelizadas, chocolate, café, ciruela o humo. 

Beber

Después de percibir su aroma, hay que sorber. El vino debe circular por toda la boca, colocarlo en la lengua y dejar que esté ahí por un breve lapso. Luego, tragarlo. “Entre más tiempo perdura su sabor en el paladar, es mejor”, revela Pinto. “Algunos se mantienen hasta 10 segundos después de un sorbo; esos son excelentes”, agrega.

El mejor no es el más caro

“Un buen vino es el que está equilibrado”, comenta Pinto. Con esto se refiere a que haya armonía entre el color, aroma y sabor.
 

¿Por qué hay unos más caros que otros?

El precio se fija según la cantidad de recursos que una marca emplea en la producción de sus vinos. Pinto indica que hay algunos exquisitos que van de los Q60 a Q200.
 

Al final, ¿cuál llevarse?

La respuesta es simple: El que más le guste al cliente.

Vino y comida

  • Esa es la combinación perfecta. También es un arte, pero existen algunos consejos básicos. Lo ideal es que uno de ambos tenga el sabor protagónico. Los pescados en salsa o muy condimentados van con los vinos blancos con cuerpo. Los mariscos combinan con los blancos ligeros. El salmón necesita un vino blanco con alto contenido de alcohol. El sushi, en cambio, un blanco menos intenso. Las carnes rojas se maridan con tintos con cuerpo. Con cortes grasos —el puyazo, por ejemplo—, es mejor elegir un vino con 14 o 15 grados de alcohol, pues ayuda a la digestión. El Merlot sabe muy bien con el pollo frito. El carpaccio con un tinto ligero. Las carnes blancas van muy bien con vinos con cuerpo, ya sean rosados o blancos secos, o bien con tintos jóvenes. Entre las mejores opciones están los Chardonnay y Sauvignon Blanc.

Otras fuentes consultadas: Ehowenespanol.com y Elcatavinos.com

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